Opinión

Golosinas

El éxito en tu vida depende de cuánto tardas en comerte una golosina. Dicho así, suena raro. Pero no tanto, si tenemos en cuenta que esta afirmación procede de un estudio realizado en Estados Unidos —siempre dados a experimentos psicológicos—, que asegura que si resistes la tentación y esperas 20 minutos para comerte el dulce desde que te lo ofrecen tendrás una vida plena, más autocontrol, mejores relaciones sociales, trabajo satisfactorio y altos índices de eficacia en situaciones difíciles. Pero, ojo: la prueba hay que hacerla a los tres años de edad; de más mayor ya no vale.

O sea, que si eres de los que se zampa la golosina nada más recibirla, error, fracaso total. Resígnate a una vida trivial.

Yo no lo recuerdo, pero pondría la mano en el fuego afirmando que si a esa edad tan temprana alguna vez me invitaron a una golosina no esperé ni veinte ni cinco (segundos), y me fui de cabeza al sector estadístico del común de los mortales.

Este tipo de estudios están bien para promocionar carreras como Psicología y Sociología. También sirven para llenar las páginas de Sociedad, e incluso como argumento para artículos como el que están leyendo. Pero la realidad es bien diferente: son tantos los factores que influyen en una persona a lo largo de su vida para determinar su conducta, carácter y comportamiento, que no habría computador capaz de conjugar las innumerables variables que el destino, o lo que sea, nos presenta en el camino. 

Si usted ha nacido en el Cuerno de África; se llama Kennedy y viaja a Dallas; pasea por una playa de Tailandia en tiempos de tsunami, o está fotografiando al Big Ben cuando un desalmado se dispone a matar gente, lo de la golosina y los 20 minutos no sé yo si tendría mucha utilidad.

Las encuestas son como las predicciones meteorológicas: cuando yerran nadie sale pidiendo disculpas (¡bendito el inventor de la palabra «probable», gran salvavidas de la inestabilidad!) Y estudios psicológicos como el de la golosina van en la misma línea. Seguro que atesoran base científica y todo lo que quieran, no lo dudo, pero si algo tengo claro es que con la comida no se juega… Y con el destino tampoco. ¿Qué es mejor, olvidarse los donuts o la cartera?

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