Opinión

El estrelladero de San Francisco, túnel para el amor

Los dos túneles del apeadero de San Francisco.
photo_camera Los dos túneles del apeadero de San Francisco.

Entre las cosas más singulares de este nuestro querido Ourense hay una que siempre, como hijo de ferroviario, me impresionó desde niño, la del túnel ciego o estrelladero de San Francisco, que de tal modo se conocía. Como hace siglos que no paso por allí no sé cómo estará ahora, supongo que tapiado, pero durante muchos años sirvió para los discretos apareos de ourensanos y ourensanas, necesitados de un lugar retirado donde rendir culto al amor, y nunca mejor dicho. Más de uno de mis coetáneos y coetáneas podrían añadir a mi relato testimonios vividos en el famoso túnel que, por fortuna, nunca cumplió la misión a la que se le destinó a finales de los cincuenta, cuando entró el servicio la línea Puebla de Sanabria-Ourense.

Cuando se traza esta línea a alguien se le ocurre que ya de paso se aproveche para hacer al lado del túnel propiamente de paso, se construya otro, ciego, con la misión de servir la tenebrosa función de desviar hacia él, en su caso, si un convoy ferroviario quedará sin control y no pudiera ser detenido de otro modo. No tengo noticia de que en España exista otro túnel como éste. Aunque hoy sólo se vea la boca del túnel en uso, el otro sigue allí. Estaba destinado a detener a los trenes que quedarán sin control en la elevada pendiente que se inicia en Taboadela. Este túnel, según me explicó un ingeniero de Renfe, se prolonga bajo tierra hasta la altura de rúa de la Granxa, en la bajada el cementerio, y el cruce con Serra Martiñá más o menos. Algún amigo mío que pasó por allí con la novia en tiempos lejanos, me contó que por ser espacio refrigerado era especialmente grato en verano para aliviarse de los calores de Ourense. Y ya que está ahí y no tiene uso, algún ourensano con humor sugería que se recuperara como espacio de uso y disfrute popular debidamente acondicionado. Allí nunca, por suerte, se estrelló tren alguno, y al haber sido posada para el amor seguro que contribuyó a incrementar el censo de ourensanos. Digo yo.

La historia romántica de esta línea hasta Ourense-Empalme tiene otros elementos reseñables de los que pudimos disfrutar algunos orensanos entre los que me encuentro. Antiguamente, desde As Lagoas, podía subir al viaducto sobre el Miño para hacerse una foto y darse un paseo con la novia disfrutando de las singulares vistas. Sólo se requería un poco de cuidado cuando pasaban los convoyes ferroviarios, pero como el espacio era ante nunca hubo problema. En una de mis últimas visitas a nuestra amada ciudad pretendí revivir aquellos recuerdos de juventud, pero ya fue posible.

Este tramo ferroviario de la línea de Puebla Sanabria Ourense es de los que más tiempo estuvo pendiente de ejecutarse hasta que Franco lo inauguró en 1957. Es famoso por ser uno de los itinerarios con más túneles de todo el trazado. Dado los medios técnicos de la época la perforación se hacía “a brazo”, lo que dio lugar a numerosas bajas y accidentes, y a pocos casos de silicosis, entonces llamada “el mal de la vía”. Esta línea está llena de curiosidades: desde Lubián hasta A Mezquita, discurre por un relieve muy accidentado. Curiosamente, la línea Puebla de Sanabria-Ourense entró en servicio antes de que Franco la inaugurara el primero de julio de 1957. El día 14 de abril de 1957, a las 11:10 minutos, el factor de Circulación de la Estación de Orense-Empalme, Francisco Bermúdez, daba la salida con destino a Zamora al tren Nº 8641, compuesto por la Locomotora Mikado 1-4-1 2390 y 20 vagones de mercancías diversas, con un peso total de 439 Tm. Su velocidad grafiada era de 40 km/h por lo que fue necesario emplear más de 9 horas, incluidas paradas, para completar el recorrido. El equipo de este tren inaugural estaba formado por el maquinista Julio Viñas Álvarez; fogonero, Hildelgart Borqué, el agregado técnico José Luis Porres y el Jefe de maquinistas Vicente Vera Valverde, cuatro agentes de frenos y un jefe de tren. Como era un acontecimiento, en Baños de Molgas incluso prepararon un pequeño refrigerio para el personal ferroviario. O sea, que propiamente lo inauguraron ellos.

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