Opinión

El mito de la piscina arrestada, y otras leyendas ourensanas

El puente quebrado de la piscina arrestada.
photo_camera El puente quebrado de la piscina arrestada.

Este tipo de historias, mitos y leyendas son muy frecuentes en las unidades del Ejército español

Un mito y una leyenda son historias, a veces fantásticas, con o sin fundamento, que, aunque no son verdad, toman cuerpo real de tanto repetirlas. Ahora que andamos celebrando el homenaje a la estancia en Ourense del Regimiento de Infantería “Zamora 8”, y se recogen tantos episodios y testimonios de veteranos que sirvieron allí, vuelven a aparecer algunas de esas leyendas del cuartel de San Francisco, que han ido pasando de unos a otros durante generaciones. La más famosa es la de la piscina arrestada, la de las estatuas funerarias del cementerio que asustaron a algún centinela timorato que disparó contra ellas desde las garitas sobre el anexo camposanto, el mulo arrestado o las cruces negras de algún oficial.

La leyenda más perdurable es la de la piscina arrestada

La leyenda más perdurable es la de la piscina arrestada porque en la misma se mató un soldado. Durante mi servicio militar, dado mi destino en la Secretaría del Coronel, llamada también “Primera oficina”, investigué el asunto a fondo y no hallé fundamento alguno de ese arresto. La piscina estaba mal construida, el arco o puente que pasaba de un lado a otro se cayó en parte y ni siquiera se puso en uso. Pero surgió la leyenda que algunos siguen contando. Como se cuenta la del mulo arrestado por matar de una coz a un soldado. Tampoco existe evidencia alguna. La historia del mulo es bien distinta, y el animal la víctima. El Regimiento “Zamora 8” contaba con unas cuadras donde se alojaba a un determinado número de mulos, a razón de unos diez o doce por compañía. El caso es que un mal día apareció un mulo muerto sin que se supiera el motivo, Resulta que en la cuadra estaban destinados varios gitanos, a uno de los cuales, el mulo de marras le propinó una coz. De suerte que, para vengarse, cada noche, el citado agredido iba a la cuadra con un palito con el que daba en las orejas al pobre mulo, de modo que no lo dejaba dormir hasta que murió de puro agotamiento. El autor de la agresión fue enviado a un castillo y posteriormente a una unidad de “educandos”, en Melilla, atendida por la Legión, en extremas condiciones de dureza, y sus camaradas pasaron tres meses en el calabozo. Y la remonta militar mandó otro mulo.

Es cierto que, dado que la ronda del Regimiento contaba con dos puestos de guardia sobre el cementerio, había soldados que preferían que no les tocara ninguno de estos puntos. Y que de noche, en los días de invierno, era curiosa la sensación del camposanto y los efectos del viento sobre aquel lugar y las ramas moviéndose y produciendo un peculiar sonido. Pero no existe prueba alguna de que algún centinela disparara contra alguna de aquellas estatuas como yo mismo he creído, pero se sigue contando. Otra leyenda, ésta muy común, se refiere a las famosas “cruces negras” cuya posesión, como distinción negativa, reflejaba que quien la poseyera había cometido un hecho gravísimo, por lo general, haber causado la muerte de un soldado. La leyenda popular solía atribuírsela a oficiales especialmente severos y poco apreciados por la tropa. Además, se decía, como parte de la leyenda, que quienes poseyeran esta infamante contra condecoración deberían portarla interiormente.

Cientos de ourensanos las comparten, las vivieron y las divulgaron

Este tipo de historias, mitos y leyendas son muy frecuentes en las unidades del Ejército español, especialmente en el de Tierra. Y suele ser una de las primeras cosas que aprenden los reclutas cuando llegan al cuartel. En el “Zamora 8” había un cabo primero muy popular, excelente persona, por cierto, que era el gran propalador de estas leyendas. Yo se las escuché contar muchas veces, en versiones mejoradas a las que iba añadiendo elementos expresivos que enriquecían al relato. Lo curioso y permanente es que estas historias han vuelto a aparecer estos días, particularmente la de la piscina que es la mejor y más extendida. La famosa piscina iba a ser parte del campo de entrenamiento, junto al Campo de Aragón, no un lugar de recreo. En realidad, esas leyendas son parte de la misma memoria personal y toman cuerpo de certeza real porque cientos de ourensanos las comparten, las vivieron y las divulgaron. Forman parte esencial de un corpus de recuerdos perdurables que no se deben olvidar.

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