Opinión

El mural del cuartel San Francisco que no verán los veteranos

El desaparecido mural de San Francisco.
photo_camera El desaparecido mural de San Francisco.

Los numerosos ourensanos que, como se espera, acudirán al viejo cuartel de San Francisco el próximo 23 de septiembre, ya no podrán evocar el recuerdo de su paso por aquel lugar durante su servicio militar. Cuando se llevaron a cabo las obras de rehabilitación del edificio borraron sin miramiento en mural alegórico de la Infantería que en 1968 pintaran los artistas ourensanos Alfonso Destar Novoa y José Antonio Díaz. Aquella pintura representaba la historia de la Infantería a lo largo de los tiempos, desde un viejo soldado de los Tercios a un soldado actual. Era un trazado sencillo, copiado de una ilustración, sobre el célebre verso de Calderón de la Barca que dice: “Aquí la más principal hazaña es obedecer y el modo cómo ha de ser es ni pedir ni rehusar. Aquí, en fin, la cortesía, el buen trato, la verdad, la firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida son caudal de pobres soldados; que en buena o mala fortuna la milicia no es más que una religión de hombres honrados”.

La pintura era una obra modesta, situada en el panel del fondo de la subida a la planta superior del edificio principal, por la que, durante más de cien años, subieron y bajaron miles de soldados. Aquel mural, como digo pintado en 1968 por orden del coronel Florencio Vicente del Valle, era o fue todo un símbolo. ¿Se hubiera podido o debido conservar? ¿Es que iba a desentonar con el nuevo uso del edificio, o valdría la pena mantenerlo como recuerdo de que aquel lugar fue un cuartel de Infantería durante dos siglos? 

Le Corbusier, el gran urbanista Charles Éduoard Jeanneret-Gris, que era demás de arquitecto, urbanista, pintor, escultor y hombre de letras, suizo de origen, nacionalizado francés, nos enseñó que un edificio, un elemento del mobiliario urbano, una pintura o una escultura se puede examinar o valorar desde muchos ángulos. Uno de ellos es el valor artístico, pero no son menos dignos de apreciar sus valores simbólicos, históricos o de aceptación popular, vinculados a sentimientos de personalidad o sentimental. Y en ese sentido se refirió al caso frecuente de este tipo de casos en todos los pueblos de Francia. Y aquel viejo mural cabría perfectamente dentro de esta categoría.

Dentro de este contexto no creo que hubiera desentonado conservar aquel mural dentro de la reforma del edificio, como prueba de sensibilidad y respeto a la memoria de los miles de ciudadanos que a lo largo de más de cien años cumplieron, cumplimos, allí nuestro servicio militar, y conviene recordar que el deber de los ciudadanos de servir a su nación, como prestación personal, fue creado por la Revolución Francesa frente a los ejércitos de mercenarios alistados por las diversas monarquías de los siglos XVII y XVIII.

Tampoco a nadie en Ourense se le ocurrió que se conservara aquel mural de Destar y Díaz, pese a que fuera un elemento bien conocido. Ya he contado, en ese sentido, que cuando en octubre de 1987 se disolvió el Zamora 8, encontré y pude recuperar las viejas enseñas de endrizar tiradas en lo que fuera la cocina. Las recogí: la gran bandera de gala, enorme de tamaño, la entregué en 2010 al museo del Regimiento de Infantería Isabel la Católica número 29, donde pervive el batallón Zamora. La última enseña arriada la quise depositar como recuerdo en el Ayuntamiento, para que fuera conservada con el debido tratamiento, pero me dijeron que no lo hiciera, porque iba a ser metida en un cajón.

De todos modos, dado que se espera que la jura de bandera en San Francisco del 23 de septiembre sea un acto concurrido, confiamos en que otros actos previstos: colocación de una placa en recuerdo del Regimiento Zamora 8, la posible exposición de fotos y otras actividades, resulten de la brillantez esperada y que la ciudad honre el recuerdo de los miles de ciudadanos que pasaron por aquel viejo cuartel donde quedó inscrita parte de su juventud. Todo se está preparando con esmero y se cuenta que serán muchos los veteranos y ciudadanos en general que querrán estar presentes este día, aunque algunos echemos de menos volver a encontrarnos con aquel viejo mural.

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