Opinión

La pintoresca Carmen Calvo al Consejo de Estado

El nombramiento de Carmen Calvo como presidenta del Consejo de Estado, elevado órgano de asesoramiento del Gobierno, que emite dictámenes de enorme importancia en cuestiones relevantes, produce un doble estupor. Primero porque se supone que deben ser designadas personas de perfiles de más peso que la exministra, y sobre todo por las contradicciones y anécdotas insólitas, cuando no ridículas que ha venido protagonizando este personaje, precisamente en el ámbito del Derecho, donde se supone que debería ser una autoridad, dado que ella misma presume de lo que enseña a sus alumnos y ha justificado su nombramiento por autocalificarse de persona adecuada y a la medida del cargo. El cargo de presidente del Consejo de Estado debe ocuparlo un jurista de reconocido prestigio y con experiencia de Gobierno.

En unas declaraciones realizadas en 2021, en un debate parlamentario aleccionó en estos términos a un senador independentista: “Cuando usted habla de que plateemos la amnistía, la única respuesta posible es que eso no es planteable en un estado constitucional democrático porque sería suprimir literalmente uno de los tres poderes del Estado, que es judicial”. Y más adelante precisaba “Es que la amnistía está prohibida en nuestra Constitución, absolutamente prohibida y en todas las democracias. Ninguna democracia contempla las amnistías”. Y cuando tres años después, le vuelven a preguntar sobre el mismo asunto sentencia sobre la constitucionalidad de la amnistía. “El indulto generalizado que es lo que en su momento se planteó no, era lo que opinaba en aquel momento y sigo opinando. La amnistía y el indulto parcial es lo que está contemplado en nuestra democracia y en cualquier otra”. O sea que, en tres años, todas las democracias que antes no contemplaban esas medidas de gracia deben de haber modificado sus constituciones. O sea, por el arte de birlibirloque. Precisamente, en el terreno del Derecho, donde la doctora Calvo nos ha proporcionado momentos tan sorprendentes como comentados y hasta insólitos. Siendo ministra de Igualdad sentenció: “Nuestra Constitución no recoge la igualdad entre hombres y mujeres como lo hacen otras constituciones”, olvidándose del artículo 14 que dice: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Pero ha habido otros momentos ridículos por parte de una doctora en Derecho. Siendo ministra de Cultura, en un debate con el senador Van-Halen, Carmen Calvo arremetió en el Senado contra la política de Aznar con respecto al cine español. Y Van-Halen le replicó: “En 2001, año negro también, Calvo dixit, las cifras fueron de asombro, el mejor año, con mucha diferencia, del cine español”. Calvo le contestó, visiblemente enfadada:  “Señoría, usted para mí nunca será Van-Halen ‘Dixi’ ni ‘Pixi’”, confundiendo el vocablo latino dixit (dijo), usado frecuentemente en Derecho,  con los personajes de animación Pixie y Dixie.

Pero aparte de estas secuencias, no menos memorable, sobre todo por el modo de rubricarla, se produjo en el espacio “Espejo público”, el 27 de mayo de 2019, en que dijo a su directora Susanna Griso: “Mire, nosotros no vamos a apoyar a Bildu. Para nosotros, esas son líneas rojas”. Y por su no fuera suficiente, rubricó: “Los socialistas somos gente muy de fiar, todo el mundo sabe con nosotros a qué se puede atener, cuáles son los principios y las líneas que no pasamos”. Pero a lo largo de su dilatada carrera política, Carmen Calvo ha aportado otros momentos recordados por su contenido: el 29 de mayo de 2004, alegó durante una entrevista a ABC: “Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie”.  Y se quedó tan pancha.

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