Opinión

¿Qué esperaban encontrar en Ceuta miles de personas lanzadas a la desesperada aventura?

Conmovidos por las duras imágenes que hemos visto, conmovidos por el drama humano de los episodios de Ceuta, uno se pregunta ¿qué esperaban encontrar en esta ciudad miles de personas lanzadas a una incierta y peligrosa aventura por el propio Gobierno de su país que los ha empleado como carne de cañón, conscientemente, de que el resultado que era de prever? ¿Qué esperaban encontrar en Ceuta? ¿Acogimiento, comida, trabajo, un trampolín para viajar a la península o quizá llegar a Francia, meta de muchos marroquíes que tienen familia en aquel país, que por cierto los devuelve de modo sistemático a España, aplicando sin miramientos el principio de “la última frontera”? De momento, a las situaciones semejantes ya conocidas, otro millar de menores se suma a los 10.000, de ellos en gran parte magrebíes, que España acoge. Las causas que provocaron este éxodo persisten. Siguen donde estaban y nadie puede dudar de que esto ha sido dos cosas: una advertencia de Marruecos de que puede lanzar a sus ciudadanos a la desesperada contra España, un ensayo general de que es bien fácil y posible repetirlo con éxito.

Las manifestaciones de solidaridad de los dirigentes europeos están muy bien, pero la envergadura del problema exige algo más: ante todo, una política común ante Marruecos y una cooperación efectiva para asumir una cuota en el acogimiento de familias y menores que, por ahora, quedan al resguardo de lo que sea capaz de hacer España. Pero el problema de fondo sigue ahí con dos aspectos: el humanitario, el político. Y, por cierto, hay que tomar nota de dos hechos que no pueden pasar desapercibidos: los servicios de emergencias de la Ciudad Autónoma de Ceuta atendieron 200 llamadas y acudieron a 50 incidencias durante la madrugada del miércoles por intentos de robo y allanamiento de moradas, peleas y lanzamientos de objetos contra las casas. También ha habido incidentes al otro lado de la frontera con Ceuta-, después de que cientos de marroquíes la emprendieran a pedradas contra sus fuerzas de seguridad por sentirse engañados.

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