Opinión

Que Juan Carlos deje de tributar en España supera todos sus escándalos

Llamarlo emérito y decir que se halla en el exilio son, pues, no ya dos mentiras, sino dos inexactitudes, que es casi peor. No es emérito, sino honorífico sin más. Es además una falta de respeto a la memoria de los miles de españoles que sí que estuvieron en el exilio o sufrieron destierros. Tras abdicar, Juan Carlos pasaba tres cuartas partes del año viajando por el mundo y residiendo temporalmente en los más diversos lugares de asueto, incluido donde ahora ha fijado su residencia. ¿Exilio de qué? Pero si a esta lamentable historia le faltaba algo, los españoles acabamos de enterarnos de que se han iniciado los trámites para fijar su residencia fiscal en Abu Dabi, o sea, dejar de contribuir a la Hacienda española. Resulta difícil hallar un adjetivo adecuado para justificarlo. ¿Qué ingresos tiene actualmente Juan Carlos y de dónde proceden, si su hijo le retiró la soldada, ciertamente insuficiente para su tren de vida?

Juan Carlos I habría iniciado los trámites administrativos pertinentes para no tener que presentar este año la declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) relativa al 2022, dando cuenta a la Hacienda pública que “el núcleo principal o la base de sus actividades o intereses económicos» ya no radica en España y por tanto fijará su residencia fiscal en EAU”. La verdad sea dicha, es que, sin otros cambios, se puede lugar de lo que prevé nuestro ordenamiento fiscal, ya que para verse obligado a tributar aquí ya no cumple el requisito de haber permanecido durante más de 183 días en territorio español para ser considerado como residente fiscal. Desde que se instaló en Abu Dabi en agosto del 2020, solo ha estado en España durante visita de cinco días a finales de mayo pasado. Y desde pasado mes de marzo por carta a Felipe VI que había decidido instalar su residencia permanente en el país del Golfo.

A nadie se le puede escapar el carácter simbólico de este acto, por parte de quien fue rey de España, que hacía llamamientos a la ejemplaridad de los demás, pese a su disoluto modo de vida. Como se recordará, previamente avisado, pudo eludir el delito fiscal, regularizando sus deudas con Hacienda, el 9 de diciembre del 2020, de 678.000 euros en relación al uso de tarjetas bancarias con fondos opacos del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause, uno de los tres asuntos investigados en su contra. A continuación, el 25 de febrero del 2021, llevó a cabo una segunda por casi 4,4 millones de euros por rentas no declaradas durante varios ejercicios que suman más de 8 millones de euros en relación a viajes y servicios a costa de la Fundación Zagatka. 

El constitucionalista Javier Pérez Royo califica de “desfachatez”, desde el punto de vista constitucional, esta novedad. Porque, pese a que ya no sea inviolable, tampoco es un ciudadano como los demás, sino que está o debería estar sujeto a otra serie de responsabilidades y deberes en contraprestación a los privilegios que conserva, aparte del tratamiento, el aforamiento ante el Supremo. Dice el profesor Pérez Royo que “las Cortes Generales no pueden tolerar la desfachatez de Juan Carlos de Borbón, que le está faltando el respeto al órgano constitucional que “representa al pueblo español” y que precisamente por eso, es el único que puede expresar la voluntad general y decidir cuál es su estatus tras la abdicación.Los españoles tenemos derecho a saber el coste que está teniendo para el Estado español su residencia en Abu Dabi y máxime ahora que se evade de contribuir como hacemos los demás.

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