Opinión

La Galicia rural de Feijóo, versus la Asturias de Fernández

Éranse una vez dos regiones hermanas: Galicia y Asturias. Durante décadas la pequeña Asturias creció más rápidamente que su vecina mayor. Pero en 2012 se volvieron las tornas y Asturias comenzó a quedar claramente descolgada, como muestran con exactitud los indicadores del INE http://www.ine.es/jaxi/Tabla.htm?path=/t35/p010/base2010/homoge/l0/&file=01002.px&L=0

También se podría desagregar el retraso en radiografías sectoriales (ganadería, pesca, industria, servicios, comunicaciones, innovación) pero quiero fijarme en otros botones de muestra, tan elocuentes como el INE, para explicar lo que está sucediendo en la Galicia y la Asturias rurales. 

Algunas noticias ayudan a abrir los ojos tanto como las frías estadísticas. El día 10 de abril, La Vanguardia publicó una impactante información titulada “El inminente ‘boom’ de los nuevos aceites gallegos”, referida a que éstos se pueden convertir en un fenómeno como el de los albariños, “según los investigadores”. La fuente de la información son los trabajos de investigación de la Misión Biológica del CSIC en Galicia, cuyo equipo de viticultura dirige la asturiana Carmen Martínez y que, desde hace cinco años, también investiga sobre los olivos gallegos en un proyecto financiado por la Fundación Juana de Vega. ¡Galicia tiene una fundación centenaria dedicada a la investigación del medio rural! La investigadora vino a Oviedo el pasado 27 de noviembre, invitada por “El foro de Asturias”, para dar una conferencia sobre “Ciencia, Viticultura y Vinos asturianos, una oportunidad para el desarrollo económico del Occidente”, que también nos permitió conocer de primera mano su proyecto sobre los aceites gallegos.

La viticultura ya era desde hace años uno de los fenómenos de desarrollo del campo gallego más deslumbrante, reflejado en sus cinco denominaciones de origen, “Ribeiro”, “Ribeira Sacra”, “Rías Baixas”, “Monterrei” y “Valdeorras”, así como las tres indicaciones con mención a Vino de la Tierra, “Betanzos”, “Valle del Miño-Orense” y “Barbanza e Iria”. Carmen Martínez, asturiana amante de su casa solariega de Cangas del Narcea, también cree firmemente en las posibilidades de la viticultura en Asturias, y tiene varios libros sobre nuestras variedades autóctonas. Gracias a sus investigaciones, entraron en la lista española de variedades de vid de interés comercial las asturianas como “albarín blanco”, “albarín tinto”, “carrasco” y “verdejo negro”. En cualquier país, al CSIC y a nuestra paisana los traerían en palmitas y los tomarían como guías hacia el futuro del campo, como hace Galicia, pero no hace Asturias porque eso de poner la administración a trabajar para fomentar el retorno de las “leyendas urbanas” no se lleva en el magín de los forofos de las prejubilaciones y las subvenciones.

Ahora, nos enteramos de que Galicia también apuesta por recuperar sus olivos y su aceite tradicional. El estudio del CSIC detectó hasta 13 variedades autóctonas de olivos en Galicia. Y Asturias ¿qué? Con un gobierno presidido por un diletante, en Asturias el mundo rural está condenado a los aislamientos de los argayos y las nevadas, a las plagas (avispones, ratas toperas, escarabajos picudos, polillas de la patata, plumeros de la pampa, lobos, jabalíes, nutrias, cormoranes, garzas,….),  al hundimiento de nuestra ganadería de carne (la de leche ya está en peligro de extinción) y, además, estamos perdiendo por incomparecencia el pulso por el reparto de las ayudas de la PAC. La realidad es que nuestro campo también tendría posibilidades de progresar si tuviera una administración que se pusiera a trabajar, con el presidente y su corte a la cabeza, en iniciativas con rumbo al futuro, impulsadas por las investigaciones oportunas.

Volviendo al aceite, Jovellanos, siempre Jovellanos, en la carta del Viaje de Asturias que dedicó a la industria cita “la nuez, la linaza, el helecho, el fayuén (fayucu) o fruto del haya, de que se pudiera sacar excelentes aceites para el uso de la farmacia, de la pintura y de varias artes” y se lamentaba de que no se mejoren o practiquen estas industrias. Según Juaco López, director del Museo del Pueblo de Asturias a quien consulté, el aceite de nuez no pasó de ser una actividad doméstica en concejos donde las familias machacaban nueces en grandes morteros de madera con una mano de hierro. En el Museo hay uno que procede de Boinás (Belmonte) y su director piensa que debió de haber algún intento por hacer de esta actividad casera una actividad industrial, incorporando una prensa o lagar, pero tuvo que ser una iniciativa muy restringida que no tuvo éxito. También me recordó que, con anterioridad, el dominico fray Toribio de Santo Tomás y Pumarada en su “Arte General de Grangerías” -un libro escrito en 1.711 para que un sobrino suyo, campesino de La Riera de Colunga, saliese de la pobreza y no tuviera que depender de los "señores caciques"- recomendó la plantación de olivos en Asturias, trayendo los árboles o, mejor, las pebidas o pepitas de Castilla o de Navarra.

Carmen Martínez, “la maga de las cepas centenarias” como la bautizó El País en una entrevista, nos confesó en el epílogo de su interesantísima conferencia, que “no sé si son conscientes nuestros políticos que estas aldeas perdidas, casi vacías, en casi todas las casas hay hijos o nietos con un alto nivel de formación, que viven fuera, pero que no han perdido el contacto con su lugar de origen y que quizá si se les da una oportunidad y se les facilitan mínimamente las cosas, muchos de ellos se animarían a venir y poner en marcha iniciativas interesantes, aportando sus conocimientos y su alto nivel de formación. Lanzo desde aquí el ofrecimiento de nuestra colaboración desde el mundo de la ciencia, por si alguno de ellos se anima y necesita nuestro apoyo”. En la Galicia de Núñez Feijóo el gobierno trabaja desde 2009 para recoger el guante de estos ofrecimientos; el vino y el aceite gallegos son dos botones de muestra. En la Asturias de Fernández, el gobierno prefiere descansar tumbado “a la bartola”. El INE y los periódicos retratan los resultados. Nuestro mundo rural pide a gritos que los asturianos imitemos a los gallegos. 

El cambio en Asturias es necesario. ¡Que suerte tienen los gallegos!

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