Opinión

LA INDEFENSIÓN DEL MINISTRO BLANCO

Cada vez que se produce una campaña con cita electoral al final del pasillo, hay mucho río revuelto, especialmente para unos periódicos de Madrid que no tienen la más remota idea de lo que ocurre en Galicia ni de cómo y por qué se mueven los gallegos, pero que se las arreglan para obtener múltiples beneficios de lo que en realidad es un profundo desconocimiento de la materia, suturado a base de tópicos y frases hechas. A José Blanco le ha sacado el diario 'El Mundo' de frente y de perfil, y al político de Lugo le toca en este caso pasar por un calvario sin que existan en verdad razones objetivas para que así sea. Blanco es un tipo poderoso, se ha significado permanentemente, y el diario, a qué negarlo, le estaba esperando a las tantas, armado con un rodillo y escondido detrás de la puerta.


El ministro y portavoz lo está pasando mal y cumple decir que sus disgustos provienen de una lamentable práctica que consiste en filtrar sumarios judiciales y permitir que una empresa periodística los utilice política e interesadamente para marcar los tiempos de un proceso electoral, sembrando confusión y tratando de sugerir que hay corrupción donde no hay en principio ningún hecho sólido que avale indicios de delito. El perverso relato de unos hechos probados, de modo cicatero acompañado de las declaraciones de un empresario acosado por la justicia y adobado con la opinión sesgada de la empresa editora que se ha erigido en juez y parte, han sometido a Blanco a un dictamen que va muy por delante de la maquinaria de la justicia. El ministro es víctima de clara indefensión a la que el Consejo General del Poder Judicial debería poner urgente coto. 'El Mundo', como en otras ocasiones también hizo 'El País', ha hecho uso y abuso de una información, maliciosa y estratégicamente administrada, con la misión de poner contra la pared a Blanco, sometiéndolo a un juicio mediático en el que se ha invertido la carga de la prueba, es decir se le ha situado en la obligación de demostrar su inocencia incluso antes de saber de qué se le acusa o siquiera si se le acusa de algo.


La cruda realidad es que esta estrategia de impacto que le ha colocado en una situación incómoda, tiene por el momento una consistencia muy relativa si no fuera porque se ha cruzado en el camino un periódico que le tiene unas ganas feroces. Y se ve que el diario se ha tomado a Blanco como un asunto personal, justo en los momentos más indicados para hacerle mucho daño. En plena campaña electoral y con su partido en una situación de profunda crisis, un paisaje que el periódico que le acosa ha explotado con la contundencia con la que este y otros periódicos de Madrid acostumbran a llevar a cabo estas misiones. En el caso presente, parte del testimonio de un sujeto de dudosa condición como Jorge Dorribo, y su testimonio no huele precisamente a inmaculado. Pero ha apuntado al ministro bajo la línea del agua. En todo caso, pese a todo lo que ya se ha dicho, está por ver si hay causa. Y es muy probable por tanto que este episodio le incida más al ministro como argumento emocional y propio de lo que pueda influir en el ámbito de la pura pugna política en la que, como alto cargo del Gobierno y aspirante al Congreso por Lugo, está inmerso. En estos casos siempre hay que contar con la inteligencia de los lectores para sacar conclusiones más allá de las que intenta dictar una estrategia político-periodística determinada.

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