Opinión

EL SILENCIO ES ONCE

La fecha clave de este mes de noviembre que ya se despide se cumplía el pasado viernes y el patronato de la ONCE quería celebrarlo como supuestamente se merecía su similitud con una data tan emblemática. Porque estamos hablando del día 11 del mes 11 del año 2011, y, por tanto, una amplia batería de spots publicitarios ofrecidos en las cadenas de televisión saludaban el acontecimiento mostrándonos las excelencia de surcar los cielos de Londres sin necesidad de abandonar la terraza de casa, teniendo en cuenta que la vivienda estaba suspendida del cielo por docenas de globos. La ONCE lleva mucho tiempo sugiriendo que, confiando en ella, las ilusiones más fervientes se cumplen aunque sean también las más disparatadas y este mágico paseo es todo un ejemplo de deseos cumplidos. Todo es cuestión de que a uno le toque cualquiera de los premios que la organización sortea. Y en el caso de esta convocatoria especial con mayor abundamiento, porque la ONCE otorgaba una verdadera fortuna. Once premios de un millón de euros y un premio de once millones que, al parecer, ha ido a parar a Valencia aunque las informaciones facilitadas con posterioridad al evento han sido nulas. Ni una inserción oficial, ni un aviso dando cuenta del resultado se ha visto en ninguna parte, hasta el punto de que muchos participantes se han mostrado desorientados y sin saber cómo enterarse de si su número había sido bendecido con alguno de esos premios. Tal ha sido el silencio que ha seguido a la histórica jornada del 11-11-11 que aún hoy es el día en que muy pocos saben cómo se resolvió este cuerno de la abundancia que anunciaba la casa por los aires a quien le cayó cada recompensa.


No es el del viernes un comportamiento infrecuente en la ONCE, una institución que ha llegado hasta aquí en función de las concesiones que en su día cedió el Estado y cuyo crecimiento ha sido imparable a partir de aquellos principios tan modestos. De hecho, la organización despachó información que le debe no sólo a los que compran sus boletos sino en general al contribuyente, con una deslumbrante gala posterior retransmitida por la primera cada de RTVE que no deja de cumplir un principio de publicidad pura y dura en una cadena como la pública que ha renunciado a ella. Esta visto que lejos de eliminar privilegios, lo que se está haciendo es fomentarlos y la ONCE es de las que más los disfrutan.

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