Opinión

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El Viejo Milenario, imitando a Arthur Koestler, anuncia que a partir de ahora pierde el interés sobre la vida orgánica de los partidos políticos y no escribirá ni opinará sobre ese tema. Tampoco entrará ni participará en debates recurrentes y vacuos de lo que califica como “diálogos de besugos”. Pero eso no indica que se retira a sus cuarteles de invierno, ni renuncia a la polémica intelectual y a posturas heterodoxas, pretendiendo imitar a Unamuno en su conocido “dictum”: “¿De qué se trata, para oponerme?”. 

En las reuniones del Comité Ejecutivo del PCUS, León Trotsky llevaba la contraria sistemáticamente a Vladimir Ilich Uliánov; aunque después del debate votaba lo mismo que Lenin. Lo que pretendía el fundador del Ejército Rojo era potenciar el espíritu crítico y la libertad de expresión para que estas no fueran destruidas por la sumisión al líder carismático. Sin embargo Stalin no toleraba la más insignificante critica y ordenó que se celebrarán juicios, entre agosto del 36 y marzo del 38, contra docenas de bolcheviques héroes de la revolución, que habían alcanzado altos cargos en el Partido Comunista y en la Tercera Internacional; todos fueron condenados y ejecutados, acusados de participar en conjuras para asesinar a Stalin con la complicidad de la Gestapo y de los servicios de inteligencia del Japón y GB. Así fueron eliminados Zinóviev, Kámenev ,Mrajkovski, Bujarin, Piatokov, Rikov y otros muchos. Aparte el 10 de marzo de 1963 Nikita Krushchev definió a Stalin como “una persona muy enferma que sufría de manía persecutoria”. Pero aparte de las ejecuciones y persecuciones también se pueden encontrar otras similitudes entre Stalin y Vladimir Putin: ambos destacan por su ambición y crueldad, justificando cualquier actuación inmoral y violenta en aras de la grandeza de Rusia. No dejan de ser unos imitadores de Iván el Terrible, primer zar de Rusia y padre de la patria que el pueblo apodó con el seudónimo de “Grozny”, que en ruso significa el “temido”. En la actualidad detrás del nacionalismo ruso están los intereses de la oligarquía nacida de la corrupción del período de Boris Yeltsin. Los oligarcas son acaudalados empresarios que cuentan con la riqueza acumulada durante las privatizaciones en el período posterior a la disolución de la Unión Soviética; son los nuevos boyardos del siglo XXl y corresponsables de la invasión de Ucrania. 

En consonancia con el “dictum” de Unamuno, el viejo milenario se pregunta: ¿hay alguna diferencia entre la invasión de Iraq por el ejército americano y la invasión de Ucrania por el ejército ruso? ¿Acaso no se trata de naciones soberanas masacradas por ejércitos extranjeros sin el aval de la comunidad internacional? ¿Cómo la OTAN intervino en Afganistán sin estar ubicado en la en el Atlántico norte? ¿Porque se vulneraron los acuerdos de Helsinki firmados el 1 agosto de 1975 que consagraban la inviolabilidad de las fronteras europeas, rechazando el uso de fuerza y toda injerencia en asuntos internos, lo que dio lugar a las guerras de la extinta Yugoslavia? Preguntas con respuestas políticamente incorrectas.

 No olvidemos que la historia y la desigualdad no son biología son constructos humanos o inhumanos (teoría de George Kelly).

¿Qué oculta el número 999?

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