Opinión

Abuelo, sabiduría y humanidad

Su imagen quedó grabada en mi retina, su inmovilidad, su hipomimia, su aparente serenidad, su resignada aceptación. Él que había sido tan activo, que se había enfrentado a grandes retos, que había superado adversidades demoledoras;  ahora se encontraba dependiendo de ayuda externa para lo más esencial, aunque su capacidad intelectual seguía siendo la misma de siempre, ¿para bien?, difícil respuesta.

Deseó la muerte y encontró el consuelo en su entorno afectivo. Pero lo más sorprendente es el amparo que le dio la Palabra, “… en ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres; la luz resplandece en las tinieblas y las tinieblas no la sofocaron” (Jn 1, 4-5). ¿Es la oración el pan de los pobres y el consuelo de los afligidos?, otra difícil respuesta. 

 “No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados” (Lucas 6, 37). Nadie está en posesión de la verdad, nadie conoce las angustias de su prójimo, nadie puede administrar el dolor del afligido, nadie está legitimado para imponer su ideología sin caer en un totalitarismo dogmático. 

La democracia es el marco donde se resuelven los grandes enigmas de la relación humana, por eso nunca alcanza la perfección. Es evolutiva, imperfecta y moldeable. Los deseos se convierten en derechos, las obligaciones se vulneran sistemáticamente, lo colectivo prima sobre lo individual, la información condiciona la conducta, el placer tiene precio en el mercado, la mercancía no tiene nombre, las convicciones están ensombrecidas por los intereses pero, mientras no se demuestre lo contrario, es el menos malo de los sistemas.

¿Era el abuelo un sabio?, lo puedo afirmar con toda rotundidad: ¡Sí!, pero sometido, como todos los mortales, al dolor y al sufrimiento. Había impartido docencia con la autoridad que tiene el que atesora el don del saber, hoy apenas queda vivo alguno de sus discípulos y su nombre lo borrará el paso del tiempo. Es inexorable el poder destructivo del paso de los siglos. ¿Cuántos conocen la obra de Ammonio Saccas fundador de la Escuela neoplatónica de Alejandría?, sin embargo se ha popularizado a la profesora de dicha escuela, la filósofa Hipatia, gracias a la película "Ágora" de Alejandro Amenábar: ¿Por cuánto tiempo? Todo es efímero, todo fluye, nada permanece solo La Palabra.

El nacionalismo catalán desea la expansión de su poder político sin la fundación de un cuerpo político. Manipula los sentimientos, estimula las emociones y falsea la historia. Todo vale para conseguir un deseo. Tan pronto se hizo patente la indolencia reaccionaria de Rajoy, aderezada con la corrupción de los partidos políticos que sostienen los gobiernos del Estado español y la Generalitat de Cataluña, se produce la alianza antidemocrática del renovado anarquismo catalán con la renovada burguesía catalana. ¿Entendería el abuelo un pacto entre Juan Peiró  y Francesc Cambó?

La Palabra fue su luz; la familia, su refugio; la muerte, su liberación. La historia de un viejo profesor quedará olvidada por el devenir inapelable de un mundo complejo e imperfecto.

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