Opinión

Al amparo del frío

Frío, un frío gélido hizo su aparición en los últimos días de un año singular (2014). Esta temperatura tan fría como seca; me recuerda los inviernos, ya olvidados, de mi infancia. Cuando, para proteger las orejas, usábamos aquellos pasamontañas que cubrían nuestras cabezas y la mitad del rostro, aunque, a pesar de tan deseada protección, no se podía evitar aquellos molestos “sabañones” que enrojecían los apéndices auditivos. Oh! los sabañones, molestos invasores de nuestro cuerpo; manos y pies nos recordaban su existencia mediante un persistente y molesto picor; que se hacía insoportable cuando nos protegíamos del frío al amparo de las faldas de una camilla que albergaba un incandescente brasero. ¿Calefacción?, la cocina bilbaína, el brasero, la bolsa de agua caliente y, los más pudientes mucho después, la estufa de butano. En los inviernos se convivía con el frío con la naturalidad de lo inevitable; nuestras abuelas nos confeccionaban unas camisetas de lana que aislaban de las temperaturas extremas; pero lo que más escalofríos me produce es el recordar que siempre los niños llevábamos pantalones cortos, nuestras rodillas estaban en permanente contacto con la temperatura ambiente, fuera esta cual fuese. Nos curtíamos con el frío que duraba cinco o seis meses; se pasaba del invierno al verano y de este al nuevo invierno; primavera y otoño apenas hacían su aparición. Ourense era como la estepa siberiana, frío y calor alternaban su reino sin apenas tregua a sus habituados moradores. El clima era lo que debía de ser y nadie lo cuestionaba, la naturaleza no se doblegaba a las debilidades humanas y no se pretendía ejercer influencia alguna, sencillamente se aceptaba.

Pero han pasado sesenta años, el clima ha sido alterado por la mano del hombre; en pocas horas las diferencias de temperatura alcanzan cifras insospechadas. Hasta las piedras se resienten, y la sufrida vegetación tiene alterado su ciclo biológico, sus termóstatos naturales han de adaptarse a cambios radicales.

Pero, ¿ha cambiado solamente el clima? Estamos en un mundo en continúa transformación, lo de hoy es viejo mañana; las relaciones humanas están siendo alteradas por la irrupción de la tecnología; nuestra capacidad de adaptación está sometida a traumáticos impactos que ponen a prueba nuestro equilibrio emocional. La empatía con el prójimo es patrimonio de unos pocos que han interiorizado la solidaridad como valor ético; la mentira, el miedo, la ambición se han convertido en pilares de una sociedad sometida y controlada por el poder del gran capital.

Comentando con mi amigo Enrique conductas que perecen inauditas en nuestra condición humana como son las agresiones que en el entorno familiar sufren los niños, este me recordó que siempre fueron víctimas de la venganza de alguno de sus progenitores para herir profundamente al otro. La historia está llena de ejemplos dramáticos donde el odio controla el cerebro de los seres humanos; quizás todo se repita, solo cambia el escenario y los actores. Es la sociedad de la información la que estimula nuestras sensaciones bombardeándonos con mensajes encriptados dirigidos a crear una determinada conciencia, siempre con el mismo objetivo, el dominio.

Miro por la ventana, el frío hace que el campo se tiña de blanco a pesar de estar totalmente despejado, es un blanco intenso cuya presencia serena el espíritu. Es el sentido de la vista el encargado de trasmitir esa sensación placentera, los otros sentidos descansan en el ambiente cálido del hogar. Indudablemente el mundo ha progresado, los sabañones son solo un viejo recuerdo.

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