Opinión

Cimentación defectuosa

Botellones, aglomeraciones, abrazos, carencia de elementos protectores, salidas incontroladas, incumplimiento de normas, prisa, angustia y miedo mezclado con ira; han sido algunas de las causas que pueden potenciar la virulencia contagiosa del coronavirus y sus efectos letales. En las provincias que han pasado a la fase 1 se ha producido una explosión de incumplimientos que amenazan con un retroceso en la lucha contra el enemigo invisible que consecuentemente puede incrementar su expansión aniquiladora. La justificación que dan algunos analistas es la de un estrés acumulado que no se puede controlar. 

 El ser humano ha llegado a un estado evolutivo avanzado gracias, entre otras muchas causas, al gregarismo heredado de los primeros primates. Es tradicionalmente el grupo quien protege a sus miembros ante cualquier peligro externo y, por supuesto, su interconexión es esencial para la obtención de alimentos; sucede en el mundo animal y, por supuesto, en el ser humano. Quizás por ello el educar al futuro adulto ha sido en cualquier civilización, cultura, momento histórico y estructura social primordial para cimentar una sociedad que garantice que el recambio generacional no producirá transformaciones que pongan en peligro el control del poder (algo que saben los dirigentes políticos y religiosos). Todas las estructuras de poder saben que para controlar a la población, el conocimiento debe de primar sobre el pensamiento. El priorizar conceptos sobre la capacidad de pensar con libertad ayuda a la competitividad, al éxito, a la productividad y, lo más importante, al control de las masas.

El trasmitir al individuo un exceso de conocimiento llega a bloquearle el pensamiento. Una información exhaustiva y continuada sobrepasa el umbral de percepción y escapa del análisis científico con la consiguiente alienación social. Muchos se resguardan en el fanatismo ideológico, amparado en un miedo cerval a todo lo que represente una amenaza para el grupo y por lo tanto para él mismo. El tener una sola respuesta sobre la resolución de un determinado problema puede llevar a caer en la obsesión de la verdad absoluta. El tener dos únicas respuestas nos lleva a caer en el dilema. Sin embargo, la libertad de pensamiento permite tener más de tres respuestas que solucionen el conflicto o la toma de decisiones con un nivel de error mínimo. 

El concepto de libertad controlada no es en términos absolutos la única salida del túnel en que nos ha metido el covid-19. En una sociedad avanzada que ha desarrollado la capacidad de pensamiento a través de un sistema educativo creativo, libre y responsable no precisaría de directrices que protejan a sus miembros de la conducta de sus semejantes. Bastaría optar voluntariamente por aquellas medidas que en un lenguaje persuasivo y científico fueran dirigidas a quienes libremente y con responsabilidad solicitaran información relacionada con los conceptos que le interesan. Tratar de influir en un sujeto imponiendo un discurso ajeno a sus intereses es sembrar en campo baldío. A lo largo de la historia el fracaso escolar, que no el de los escolares, viene dado por imponer en los primeros años de escolarización conocimientos extraños al interés del educando, limitando la libertad de pensamiento que va dirigido a buscar respuestas que abran el mundo a sus intereses, que en términos generales acaban siendo los de toda la humanidad. Cuando una casa está bien cimentada, la estructura resiste los movimientos sísmicos. Por el contrario las mal cimentadas se vienen abajo por la acción de un pequeño ciclón. 

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