Opinión

Un dirigente inapropiado

Y si lo fusilamos? Tal vez lo menos sangriento y ejemplarizante sea condenarlo a cadena perpetua, insinuó uno de los más jóvenes directivos de la RFEF. ¿Cuál fue el horrendo crimen que había cometido el ahora apestado expresidente de la poderosa Federación Española de Futbol, Luis Rubiales, para ser cesado de todos sus cargos a petición de la Asamblea? ¿Sería por las escandalosas retribuciones que percibía? Como presidente de la RFEF en el año 2021, percibió 675.761 euros brutos anuales; de la UEFA, otros 250.000 brutos, a lo que hay que sumar casa, coche, chófer… etc. Insatisfecho con sus “escasos” emolumentos federativos, en una “sospechosa” alianza con Gerard Piqué, llevó la Supercopa a Arabia Saudí, firmando con SELA (organización asiática encargada de gestionar grandes eventos deportivos) un contrato que garantizaba a la empresa de Piqué 24 millones de euros de dudosos beneficios.

Sus oscuros antecedentes convierten a Luis Rubiales, desde el año 2010 que ostenta cargos de responsabilidad en el mundo del fútbol, en un depredador económico que contó con el respaldo pasivo y muchas veces activo de políticos, empresarios, patrocinadores, futbolistas… Todos eran conscientes de su perfil, pero a pesar de todo la mayoría de sus miembros no se opusieron cuando en el año 2010 presidió la Asociación de Futbolistas Españoles(AFE), cargo por el que estatutariamente no se percibía cantidad alguna, pero Rubiales no tuvo reparos en adjudicarse una retribución de 11.600 euros brutos mensuales.

El Viejo Milenario es consciente de que en el mundo del deporte profesional se esconde una gigantesca y oscura y sofisticada corrupción, que maneja miles de millones de euros, al margen del control fiscalizador de los Estados. Pero en el caso del “ilustre fornido” fue su irrefrenable machismo posesivo y dominante y su grosero gesto agarrando sus genitales, en un alarde de macho ibérico, sin que le importase ni el lugar ni las personas con las que compartía tribuna, entre ellas la consorte del jefe del Estado, ni los medios sociales habitualmente numerosos en un evento de tal importancia. Fue tal su prepotencia que no dudó en plasmar su incuestionable jerarquía a la jugadora Jenni Hermoso en una explosiva “muestra de afecto”, imponiéndole un pico, aparentemente no rechazado; evitando la jugadora afectada acabar fotografiada como su compañera en los hombros del cazador dominante como si fuera una presa cazada o un saco de patatas.

Sus amigos, colaboradores e incluso sus asesores más destacados están arrepentidos de haber aplaudido públicamente al “factotum” y ahora apestado líder. Son muchos los que disfrutaron de sustanciosos honorarios decididos por el hombre que controlaba hasta ahora la turbia organización del fútbol. Todos los comentarios coincidían en castigar duramente al Rubiales, personaje que ha puesto en entredicho la imagen de la organización que controla el mundo del futbol (FIFA). Fue tal el escándalo que muchos hoy se preguntan quién jugó la final, quién la ganó, ¿es España la campeona del mundo de fútbol femenino? Todo está orquestado.

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