Opinión

El imperio de la postverdad

Una vez más la provocación y la mentira ocupan los noticieros de todos los medios de comunicación tratando de manipular la conciencia de la opinión pública y poder así anular toda crítica a la agresión de EEUU y de sus aliados europeos contra un país soberano, Siria. Hago mía la reflexión de mi amigo Franklin sobre la realidad de unos hechos hipotéticos  que han justificado un ataque al margen (una vez más) del derecho internacional y de los organismos que velan por su cumplimiento. 

Dice Franklin: “La denominada post verdad es utilizada con éxito para desestabilizar gobiernos y justificar intervenciones militares…” Durante varios días, dantescas imágenes de niños heridos y adultos angustiados se han reproducido en todos los medios de comunicación. Una población aterrorizada en medio de un caos infernal trata de paliar los efectos de los gases tóxicos, presuntamente usados por el ejército del “sanguinario” dictador Bachar el Asad contra la población civil en el enclave de Duma.

 A pesar del impacto emocional de tan horrendas imágenes y conscientes de la impunidad de las actuaciones de los ejércitos aliados en sus acciones de castigo, nos negamos a creer la versión oficial de los Estados Unidos y de sus asociados militares en base, entre otras, a las siguientes consideraciones:

El régimen de Asad está ganando la guerra a los rebeldes apoyados por Occidente y los saudíes y sería estúpido que utilizase gases tóxicos contra la población civil, algo que provocaría una acción represiva.

No existen pruebas físicas de muertos o heridos avalados por fuentes imparciales.

No se esperó a que la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) supervisara sobre el terreno los hechos denunciados.

Existen precedentes de la utilización de la misma estrategia en otras intervenciones militares. La guerra de Iraq es el ejemplo más próximo: no olvidemos las (supuestas e inexistentes)  armas de destrucción masiva que poseía el régimen de Saddam Hussein lo que justificó la invasión de la nación y el derrocamiento del régimen.

Una vez más el bombardeo se hace la margen de la legalidad internacional imponiendo como único argumento la fuerza del poder militar.

Las naciones que apoyan la intervención yanqui son insensibles al drama que sufren millones de refugiados sirios que huyen del conflicto.

La comunidad internacional cierra los ojos ante el genocidio que está sufriendo la población civil del Yemen masacrada por la aviación saudí.   

Los rebeldes que combaten al régimen de Bachar el Asad pertenecen a organizaciones terroristas como el Frente Al Nusra ( filial de Al Qaeda), ISIS, Jaish al Islam… y nunca han sufrido una acción armada del Estado de Israel, que sin embargo no ha dudado en atacar a instalaciones del ejército sirio. La diabólica conclusión es que el bombardeo da aliento al terrorismo islamista controlado por el dinero saudí.  

Esta acción militar desvía la atención sobre los problemas que están pasado los líderes de las naciones de la coalición en sus respectivos países. 

La mentira se repite insistentemente hasta crear un estado de opinión favorable a los intereses económicos de las multinacionales de la guerra.

 No deseo que se pueda interpretar este artículo como defensa de la dictadura de Bachar  el Asad, pero mientras no se demuestre lo contrario, Occidente mima al régimen medieval saudita mientras ha exterminado a los gobiernos laicos del mundo árabe. (Gracias amigo Franklin por tu lucidez.)

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