Opinión

En busca de la conciencia

¡Cuántos errores! ¡Cuántas maldades! ¡Cuántas injusticias! ¿Para qué? Ambición desmedida, egoísmo desenfrenado, odio a sí mismo, huida hacia la nada, pornografía destructiva… y, sobre todo, la tiranía del “ego”. 

Un capitalismo agresivo sirve de abono a un “ego” materialista que crece hasta el infinito y, sediento de poder, anula la conciencia y destruye los sentimientos. En este escenario los valores solidarios y la empatía pasan a ser meros referentes de un discurso lleno de mentiras. Los partidos políticos, los sindicatos, las iglesias e incluso las instituciones públicas están perdiendo credibilidad al no dar respuesta a las ansias de felicidad de los seres humanos. Sincronías perversas, fruto de la maldad, amenazan al mundo y ponen en peligro la existencia del planeta. Trump, Putín, Kim Jong-un, Benjamín Netanyahu… aderezados por un nacionalismo depredador y unas creencias basadas en “verdades absolutas”, juegan al Risk con fichas humanas, sin importarles las consecuencias de sus siniestras estrategias.

Todo lo que llevo escrito no hace sino pintar un sombrío retrato de la vida del que muchos tratan de huir buscando soluciones ineficaces y destructivas como pueden ser el alcohol y/o las drogas. Otros se lanzan a un desenfreno de violencia y posesión. Pero también existen aquellos que desarrollan la conciencia del compromiso con la vida y apuestan por un cambio gradual de valores. Es un proceso lento que necesita compartir experiencias transformadoras que aceleren la evolución de los valores, la ética y la conducta.

Me permito citar tres casos que han llamado recientemente mi atención por la carga de espiritualidad y compromiso que trasmiten al conjunto de la sociedad. Quiero destacar en primer lugar el comportamiento de los miembros de la ONG Proactiva Open Arms, que con riesgo de sus vidas se dedican a salvar migrantes en el Mediterráneo, a pesar de las amenazas de las patrulleras libias, la incomprensible actuación de la Justicia italiana y la pasividad de la UE. En segundo lugar, quiero subrayar la valentía de Ruth Ortiz, madre de Ruth y José Bretón brutalmente asesinados por su padre; esta mujer tiene el coraje de denunciar la instrumentalización que el PP hace de las víctimas de la barbarie asesina en beneficio de opciones partidistas ajenas al dolor de las víctimas. También me ha sorprendido gratamente la humanidad del comandante de la Guardia Civil Juan Jesús Reina, que no pudo contener el llanto por el impacto que les causó la aparición del cadáver del pequeño Gabriel, demostrando que la conciencia también anida en profesionales de las fuerzas armadas a pesar de su contacto con el crimen y la corrupción. 

Son tres casos aislados pero representativos de aquellos que poseen el valor de manifestarlo sin otra contrapartida que el compromiso con su conciencia. Afirmaba Peter Russell que la gente está empezando a despertar y reconocer la verdad. Y cuando más lo intentemos cada uno de nosotros, más facilitaremos el camino a los demás. Es esa conciencia colectiva la que evitará el Armagedón profetizado en el Apocalipsis (Cap 16, vers 16). Es un deseo.

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