Opinión

Espiritualidad y conciencia

Tras el horrendo asesinato del niño Gabriel Cruz, los corazones de muchos claman por una venganza justiciera que descargue sobre su criminal asesina todo el peso de la ley. Cualquier pena que se aplique a la culpable parece insuficiente ante la maldad que tal monstruosa persona ha descargado sobre tan inocente criatura. Mas el instinto vengador no hace sino colocar a todos en un estado donde la ira domina los espíritus sembrando rencor y violencia y siempre sin reparar el daño causado. En este escenario de dolor y desesperación se alza la voz de una madre llena de amor y espiritualidad, que es capaz de anteponer los más sublimes valores sobre el odio y la venganza. Quiero aprovechar estas letras para manifestar mi admiración y respeto a Patricia Ramírez por su entereza y dignidad; su actitud la convierte en un ser humano excepcional. Si estos hechos se hubieran producido en Oriente se diría que había alcanzado la iluminación. 

La conciencia individual debería estar integrada en una conciencia colectiva donde predominasen los valores que hacen posible la coexistencia en un clima de amor y solidaridad. Patricia ha sido receptiva al tsunami de apoyos de una sociedad tremendamente sensibilizada por el dolor de unos padres que, angustiados, rogaban por su hijo perdido. ¿Ha recogido Patricia de la conciencia colectiva los valores que trasmite, o ha sido al revés? Creo que el talante de esta madre es fruto de su percepción instintiva sobre el bien y el mal; nos sorprende a todos con una conducta de gran ternura en una situación de desesperación.

 En estados atípicos de la conciencia, el encuentro psicológico con la enfermedad, la muerte o con una desgracia de gran magnitud suele producir una transformación psicoespiritual que a algunos los hace alcanzar el misticismo. ¿Es acaso Patricia una mística, no en el sentido religioso sino espiritual? Indudablemente no. Llegar a ser místico o iluminado es un proceso largo donde el ego ha de ser controlado y anulado por el dominio de la conciencia. Sin embargo los gestos, las palabras, la mirada y la expresión facial de Patricia trasmiten una serenidad y un amor que sobrepasan el instante emocional en que se producen. En la India creen que los yogis que meditan en las cuevas del Himalaya pueden influir positivamente en la población mundial; Patricia está influyendo en el comportamiento de miles de personas que admiran su entereza y generosidad, ¿es acaso una yogi?

Pero la venganza no ha perdido la batalla, tiene millones de seguidores que, sedientos de odio, aprovechan la ocasión para manifestar los instintos más agresivos contra otros seres humanos. Así, estamos asistiendo a manifestaciones racistas, xenófobas y machistas. La maldad está en permanente lucha contra la conciencia; el ego se ampara en los instintos más egoístas de nuestra especie. Y el ejemplo más palmario es el comportamiento de la asesina, Ana Julia Quezada, la “bruja” de este drama, un ser abominable que fríamente, perversamente no duda en matar a un inocente indefenso buscando el placer que le exige su sombra incontrolada y sedienta de mal. 

Dos ejemplos contradictorios sobre la “dualidad” en el Todo: la conciencia y la sombra; el síntoma y la enfermedad; el amor y el odio; el bien y el mal; la conciencia y el ego; el erotismo y la pornografía; la religión y la espiritualidad; Patricia y Ana Julia… tú y ¿?

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