Opinión

Inspiración

De qué escribir? ¿Del drama de los refugiados? ¿De la maldad del terrorismo? ¿De la corrupción del PP? ¿De la ineptitud de algunos políticos? ¿De la prepotencia de Aznar? ¿De la frialdad de A. Feijoo? ¿De la trasformación de González? ¿De las contradicciones de Otegi? ¿De las organizaciones criminales? ¿De los gestos de Francisco? ¡No! No me siento inspiradoj; además, plumas más insignes le darán mayor brillantez a cada uno de estos temas. No creo que deba comentar lo obvio y convertirme poco a poco en un moralista dentro de este sistema; considero que abundan tertulianos que de uno u otro signo inundan nuestras pantallas dándonos lecciones magistrales sobre cualquier tema.

Cada dos meses nos reunimos cinco amigos para comentar temas que no son habituales en los medios de comunicación, intercambiamos información, opinión y disfrutamos del aprendizaje de quién avala sus argumentos con una sólida formación. Hoy deseo rendir homenaje a su sabiduría, escuchándolos me siento como el discípulo que se sorprende de la erudición de sus maestros. La última vez que nos vimos R (los citaré por la inicial de su nombre) nos habló de las fuerzas electromagnéticas, de las partículas fundamentales (quarks y gluones) y de los campos gravitatorios. A (otro asistente) autor de un extenso trabajo sobre el poder de la mente titulado “Somos lo que pensamos”, nos deleitó sobre la importancia del pensamiento y su decisiva influencia en nuestra configuración como seres vivos y racionales. C (tercer asistente) nos asombró con datos de lo sucedido en el primer segundo del Big Bang (el segundo de la configuración del Cosmos). V (cuarto asistente) siempre nos sorprende por su profundo saber filosófico, utiliza magistralmente el método socrático para dejar sobre el tapete la duda permanente y su inquebrantable apuesta por la ética del convencimiento. G (inicial del quinto asistente) disfruta con el aprendizaje de nuevos conceptos e ideas que ayudan a comprender la existencia, aunque la duda persista.

Lo temporal se convierte en superfluo si no trasmite el conocimiento creador a las futuras generaciones. La cadena del saber empezó con los primeros seres. La vida se incluye en el Todo y nosotros, como parte de él, somos descifradores y creadores de ideas. Y nuestro destino colectivo está vinculado a nuestra capacidad creadora. Quizá por eso no me sienta hoy inspirado; me abruma la incapacidad del sistema imperante de participar en la defensa de la libertad y de la solidaridad en vez de potenciar el culto al becerro de oro. Es el poder del dinero quien fundamentalmente corrompe los espíritus y da respuesta a las preguntas planteadas al comienzo de este artículo y que hoy no me siento en condiciones de analizar.

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