Qué día más aciago para España. La ineptitud del Gobierno, especialmente la de su presidente, Mariano Rajoy, ha impulsado al independentismo catalán a cuotas impensables hace tan solo veinticuatro horas. Las imágenes de las fuerzas de orden público golpeando a ciudadanos que pacíficamente intentaban ejercer su voluntad de votar, ha trasmitido a la opinión internacional la idea de que en nuestro país se reprimen las libertades y los derechos fundamentales. El Gobierno del Estado no ha sabido, o no ha querido, explicar con claridad el desafío ilegal del independentismo y la chapuza de un referéndum sin garantías ni validez y ha optado por el uso de la fuerza para restablecer la legalidad del estado de derecho.
Los efectos de esta movilización popular y la represión policial resultante han sembrado de independentistas los campos de España, con la consiguiente repercusión en todos los países europeos. Solo estableciendo un diálogo urgente, con otros interlocutores (Puigdemont y Rajoy deben dimitir), se puede reconducir el debate a un plano legal y democrático. En cualquier caso, los dirigentes políticos de ambos territorios son los responsables de la fractura social generada y del resurgir de las dos Españas que tanta sangre causó.
Espero que la razón se imponga y no se declare la independencia de Cataluña; ni que el Gobierno aplique el artículo 155 de la Constitución. Les recuerdo la frase de Confucio: “Gobernar significa rectificar”.
