Opinión

Pensamiento libre y democracia

Libertad de expresión!, gritan las masas enfervorizadas en calles, plazas y avenidas de las ciudades europeas. ¡Muerte a los infieles blasfemos!, braman enfurecidos los adoradores de Alá en las poblaciones del mundo musulmán. Confrontación, odio, resentimiento, venganza… es la bandera que blanden los que crecen en la violencia y el miedo. Las trincheras de guerra necesitan nutrirse de los agravios del otro. ¿Se pueden humillar las creencias de los demás, si éstas implican identidad? ¿Por qué no se respeta la libertad de pensamiento? 

¡Oh!, libertad de pensamiento, ¡qué utopía!, ¡qué quimera! ¿Quién puede pensar libremente?, cientos de cadenas lo impiden; la patria, la religión, la etnia, la posición social, el gregarismo identitario, la tradición o la cultura. La libertad es el germen de la democracia, no es un fin a conseguir sino el inicio imprescindible de toda sociedad democrática; la fortaleza de la cimentación es fundamental para la seguridad del edificio. Por eso no es compatible la auténtica democracia con una condicionada libertad de pensamiento. ¿Pero es posible una absoluta libertad de pensamiento?; a mi humilde entender, sí; siempre que esta sea capaz de controlar la “libertad de expresión”. La libertad de pensamiento sería el resultado de un teórico proceso educativo donde el individuo fuese capaz de analizar el conocimiento para ponerlo a disposición de la conciencia, siendo imprescindible que el pensamiento, libre de cadenas, lleve implícito la empatía con los demás. 

El poder es conocedor del grave peligro que para el sistema capitalista conlleva la libertad de pensamiento, ¿quién gobernaría un planeta de más de seis mil millones de libres pensadores?, se preguntan las elites que dirigen el mundo. Ese 1% que controla la riqueza no permitirá jamás que se alcance la Democracia en su pura esencia; no cejará en mantener sus privilegios y se aliará con el terror, para mantener a los pueblos controlados por el miedo y alienados por el consumo. ¿Cómo explicar si no la existencia de monstruos como los miembros de la secta de Boko Haran?, el pensamiento libre impulsaría una reacción solidaria con todas las víctimas del terror y acabaría con la impunidad asesina de los fanáticos de la muerte. Mientras los pueblos, las clases sociales, las religiones o el pensamiento se estratifiquen en una pirámide de interés, nunca habrá igualdad y por consiguiente no se ejercerá la libertad.

Se vulnera el contenido del verbo, se manipulan los paradigmas de las revoluciones, se transmutan diabólicamente las ideas que han transformado el mundo. ¡Cuanta hipocresía!, se singularizan las políticas de igualdad solo al género; se protege al poderoso mientras se margina al menesteroso; se revindica la libertad de expresión mientras se aprueba la “Ley mordaza”; se cuestiona el piropo y se aplaude a Charlie Hebdo; se abraza al rey de Arabia, Abdalá bin Abdelaziz, mientras se condena el yihadismo; se persigue al terrorista pero se ayuda a la insurgencia siria. 

De los aspectos del pensamiento que deben de ser desarrollados a lo largo del proceso educativo, destacaría: el analítico, el creativo, el sistémico, el crítico y el social y dedicaría un esfuerzo especial al sistémico y al crítico. Para conseguir “libertad de pensamiento” es necesario engrasar el cerebro para que adquiera la visión compleja de múltiples elementos con sus diversas interrelaciones y pueda examinar la estructura de los razonamientos sobre cualquier cuestión de la vida desde la doble vertiente analítica y evaluativa, intentando superar el aspecto mecánico de la lógica aparente y del instinto. Cuando esto se consiga estaremos en condiciones de poder decir que se ha alcanzado la libertad de pensar y podemos hablar de democracia.

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