Opinión

Posesión

Controlado? ¿Protegido? ¿Espiado? ¿Vigilado? ¿Poseído?… Desde que la pandemia irrumpió en nuestras vidas, una extraña presencia me acompaña permanentemente, como si se tratase del Ángel de la Guarda o de un demonio que, como decía mi abuela, la custodiaba en las noches de angustia desde que había muerto su marido, el abuelo. El Viejo Milenario está confuso: ¿Estamos en guerra? ¿Es Rusia el enemigo que amenaza los intereses de nuestro país? ¿Quién gana perpetuando el conflicto? ¿Es Marruecos más fiable que Argelia? ¿Por qué renunciamos a nuestro deber con los saharauis, nacidos en provincia española? ¿Es ética y justa la inmolación sistemática de palestinos en aras del sionismo expansionista y genocida del Estado Israelí?... Preguntas sin respuesta. Alienación de la izquierda sometida a debates estériles, mientras se amontonan los cadáveres de víctimas anónimas enterradas bajos los escombros de la corrupción de especuladores sin entrañas. Mientras, la derecha sigue con su objetivo de devaluar las instituciones democráticas en busca de un escenario que le permita el control de las masas, y para ello no duda en presentar un candidato a presidente de Gobierno que desvaloriza el papel del Congreso como símbolo de la voluntad popular. Lo triste es comprobar cómo Tamames remata su vida prestándose a hacer tal papel. 

Iraq, Afganistán, Armenia, Siria, Palestina, Nicaragua, Irán, Sudán del Sur, Somalia, Níger, Chad, Corea del Norte, Kosovo… Docenas de conflictos valorados en función de esquemas mentales de quienes han sido diseñados para responder a estímulos dictados por los emuladores de los Savonarola de turno. ¿Putin?, un monstruo al servicio de los enemigos de Rusia. Su antagonista, Volodimir Zelenski, se encuentra cómodo en su papel de héroe internacional, ama la guerra y complementa el dúo de la muerte. 

El Anciano es consciente de que el ejercicio del poder exige conciliar los intereses individuales y las necesidades colectivas. La grandeza y salud del Estado se impone a cualquier consideración del bienestar individual; cuando se produzca el conflicto de esos intereses contrapuestos, la razón de Estado exige la subordinación de cualquier otro interés, pues la Nación es una potencia ética que demanda el acatamiento de todos. Esta concepción del gobierno requiere un gobernante con las cualidades de talento, laboriosidad y firmeza de carácter, con el riesgo de una ruina inevitable cuando no se diesen tales aptitudes. ¿Reúne Pedro Sánchez esa condición? Tal vez quien está lejos de cumplirla es Núñez Feijóo, que ha demostrado un bajo nivel cultural.

Las mariposas agitan violentamente sus alas y el Cosmos se estremece. Entonces el Viejo comprendió que era la Totalidad quien lo poseía.

Te puede interesar