Opinión

El prestigio de un hombre culto

¡Sorpresa! ¿cómo sucedió? Xinzo de Limia, 3 de abril de 1979, primeras elecciones locales en democracia, después de cuarenta años de dictadura. El Partido Comunista fue el más votado en la villa de Xinzo, localidad de mayoría social conservadora. Participaban los siguientes partidos: UCD (Unión de Centro Democrático), PCG (Partido Comunista de Galicia), CD (Coalición Democrática-AP), PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y BNPG (Bloque Nacional Popular Gallego). La victoria comunista en la cabecera de la comarca limiana se vio neutralizada por el aplastante triunfo de los centristas de UCD en los pueblos del medio rural, contando para ello con la ayuda inestimable del clero. Los resultados fueron: UCD, 1.441 votos; PCG, 712 votos (más de 500 en la villa de Xinzo); CD; 598 votos; PSOE, 230 votos, y BNPG, 189 votos. Los candidatos electos según el orden establecido en las listas electorales: por UCD Isaac Vila Rodríguez, José Losada Campos, Antonio Sánchez Gil, José Romero Becerra, Celso Blanco Taboada, Luis Rúa González, Manuel Carrasco Garrido y Manuel López Casas (total 8); por el PCG Antonio Rodríguez González, Gonzalo Iglesias Sueiro, José Peaguda Penín y Martín Domínguez Casal (total 4); por CD Benjamín Barrio Quintas, Ramón de la Fuente Galván y Recaredo Eduardo Gómez López (total 3), por el PSOE Manuel Gómez Colmenero ( total 1) y por el BNPG Celestino Seara Bouzas (total 1). 

No pretendo deslegitimar a ninguno de los candidatos de aquella primera corporación, pero sí explicar el exitoso resultado del Partido Comunista que hoy, desde la lejanía de la actividad política, creo puedo juzgar. Fue el reconocimiento del pueblo a la figura de Antonio Rodríguez (Rodriguete) el bibliotecario, el hombre que dedicó su vida a sembrar cultura en el páramo limiano, el afable amigo de todos, el luchador por los derechos democráticos. Su prestigio fue la razón del voto comunista en aquella lejana primavera de 1979. 

Han pasado cuarenta años; el franquismo sociológico estaba oculto pero en una dinámica conspirativa; los poderes fácticos estaban temerosos de perder privilegios acumulados durante la dictadura; la izquierda tenía como principal objetivo el consolidar la incipiente democracia; el centro derecha se había nutrido de una macedonia de ideologías que abarcaba desde la democracia cristiana (distintas tendencias), el liberalismo, el centrismo reformista, socialdemócratas antimarxistas y una amalgama de siglas que no tenían más fuerza que sus menguadas ejecutivas. En aquel clima de coexistencia forzada, se alcanzaban acuerdos puntuales que profundizasen en las libertades y facilitasen acciones de gobierno que posibilitaran el poder enfrentarse a una economía en caída libre, motivada por la crisis energética de 1973, por la fuga de capitales y por la herencia del viejo régimen; la situación era tal que la inflación se acercó al borde del abismo con casi un 30%. El ejemplo más importante fueron los Pactos de la Moncloa.

En Xinzo de Limia, como en la gran mayoría de ayuntamientos del medio rural, los servicios eran deficientes o inexistentes; no había centros de bachillerato ni de formación profesional, no funcionaba el centro de salud, no había servicio de agua pública en los pueblos, el de la villa era deficiente y con constantes averías; el saneamiento era tercermundista, no existían los servicios sociales y la administración no resolvía las demandas vecinales. La corporación en su conjunto trabajó en demanda de mejoras estructurales, al margen del interés partidista, gracias a ello se consiguieron muchas cosas, aunque otras siguen pendientes de ejecución. Algunos de los miembros de la primera corporación democrática han fallecido, La Parca no absuelve a nadie de su destino. Pero la constancia de los hechos duerme en el archivo de la Historia hasta que alguien lo demande para conocimiento del pueblo. (Agradezco a Rosa Calleja, archivera local, su profesionalidad y atención.)

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