Opinión

Rencor, mal consejero

La noche del martes día 18, me encontraba solo ante la pantalla de televisión y, como estaba cansado de leer, cogí el mando y me puse a hacer zapping. En uno de los canales, me detuve; estaban entrevistando al compañero Paco Vázquez, exalcalde de “A Coruña”, exembajador en el Vaticano, exsenador, ex secretario general del PSdeG- PSOE, exdiputado en el Congreso, exdiputado del Parlamento de Galicia, entre otros indeterminados ex; además es portador de múltiples condecoraciones y distintivos, fruto de reconocimientos por su labor política a lo largo de los años y siempre como miembro del Partido Socialista, que ha confiado en él tantas responsabilidades.


Cesé en mi viaje virtual por el mundo mediático y observé con atención las respuestas de tan “insigne personaje”. Con riesgo a equivocarme me atrevo, como telespectador, a expresar la impresión que me produjo la sustanciosa entrevista. Creo, como conclusión más importante, que Paco Vázquez está resentido por su condición de ex. No soporta que se adopten decisiones sin su “imprescindible” consejo, hace un alarde de su valía personal y demuestra estar sometido a un “súper ego” que obnubila su alta capacidad de raciocinio. En su larga intervención olvidó su fracaso como secretario general del PSdeG, no quiso reconocer el honor que le hizo Zapatero cuando lo nombró embajador de España en el Vaticano. No fue capaz de ocultar su visceral odio al nacionalismo periférico, cuando él mismo se caracteriza por representar el más radical nacionalismo centralista. No supo reconocer el éxito electoral y de gestión de su sucesor en el cargo de secretario general, Emilio Pérez Touriño. Y, en su afán de purismo ideológico, atribuye la condición de socialista solamente a aquellos que tienen pedigrí genealógico, cayendo en el error sectario que, aparentemente, trata de criticar.


Sin embargo, he de reconocer que también ha aportado algo sustancial, en estos momentos de confusión; la denuncia de la incrustación en el aparato del partido de un elevado número de personas, de ambos sexos, que han hecho de la política su modo de vida, no dudando para ello en configurar grupos sectarios que se atrincheran en los cargos institucionales, trasmitiendo una imagen distorsionada de la política como servicio público. También creo que ha estado acertado cuando resalta la mediocridad de la actual acción política, puesta de manifiesto en la falta de ideas para adecuar propuestas novedosas y eficaces en la resolución de los graves problemas que afectan a los ciudadanos.


Paco Vázquez ha sido un buen alcalde, es un hombre culto, conservador en su pensamiento, muy condicionado por su militancia religiosa. Trasmite soberbia y petulancia. Pero también es un ejemplo de libertad de acción, fuera del corsé endogámico de la férrea disciplina estalinista de aquellos que pretenden controlar la vida de los militantes y condicionar sus relaciones con la sociedad.


Después de escucharlo, y sin otra pretensión que la de analizar sus respuestas, me atrevo a sugerirle: el rencor es mal consejero, el agradecimiento engrandece el espíritu. Segundo: los círculos vivenciales hay que saber cerrarlos, la perfección de la circunferencia radica en su unidad armónica, lo infinito conduce a la insatisfacción. Tercero: debemos asumir nuestra limitación en la interpretación sobre la verdad absoluta, el presente es modificable por los observadores dependiendo de la visión de cada uno y nadie está en condiciones de juzgar las “verdades” de los demás. Y cuarto: el socialismo no es patrimonio de nadie en concreto, es un instrumento de la sociedad que ofrece una visión progresista basada en la justicia social, la paz, la tolerancia y la equidad.


Y, como colofón, termino con una frase del filósofo y moralista ginebrino Henri F. Amiel: “Saber envejecer es la obra maestra de la vida…”, al menos hay que intentarlo.

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