Opinión

Subjetividad y análisis

Soy subjetivo y no os va a gustar mi humilde opinión! Contestaba el Viejo Milenario a las interpelaciones que recibía de sus excompañeros sobre el resultado de las elecciones generales del 23 de julio. El Anciano era consciente de que todo analista que exponga su parecer sobre las consecuencias de unos resultados tan complejos lo hace desde su respetable subjetividad, ya que si lo hiciera sobre una teórica objetividad estaría mintiendo pues expresaría una opinión que sería ajena a su pensamiento. 

Un hecho es incuestionable: la derecha española ha obtenido más votos y diputados que el PSOE, pero insuficientes para gobernar. La realidad es que el programa del PP -muchos se preguntarán: ¿pero tienen programa?- suscita el rechazo de todos los grupos políticos con representación parlamentaria que se niegan a dialogar y mucho menos a apoyar a un partido que facilita la entrada en las instituciones democráticas de la ultraderecha liberal; donde sin barrera alguna aplican su reaccionaria ideología reduciendo derechos y cuestionando las libertades individuales. Prueba de ello es que transcurridos dos meses de gestión en ayuntamientos y comunidades autónomas, en los que gobierna el pacto de PP con Vox se percibe un clima de neofascismo donde la censura, la mentira y el odio se asoman a la ventana de un futuro incierto. Lo más grave es que el PP delega en sus hijos putativos: la cultura, el medio ambiente y la agricultura y ese instinto paternal le hace proteger a los extremistas que no creen en el cambio climático, las vacunas, las autonomías, la violencia machista, el aborto voluntario, la muerte digna, los derechos del movimiento LGTBI...

 Ha sido una victoria pírrica, muy alejada de las expectativas que ellos mismos se habían puesto como objetivo. Amparados por encuestas, presuntamente manipuladas, vendieron la piel del oso antes de cazarlo. La principal causa de la decepción de los barones del PP es que son conscientes de haberse equivocado en la elección del líder, que ha demostrado una incapacidad absoluta para formular propuestas ilusionantes alternativas a las realidades económicas y sociales del “sanchismo”. Los resultados de la coalición de Gobierno progresista han obsesionado a Núñez, que trató de negarlos incluyéndolos en un saco que denominó “sanchismo”. Los errores de su intervención en el debate con Sánchez, que muchos calificaron como brillante, estuvieron basados en la mentira, la manipulación y en la tergiversación de acontecimientos muy importantes para los españoles. Falseó datos en temas muy sensibles, como la jubilación o la reforma laboral; intentó culpar al Gobierno del sobreseimiento del “caso Pegasus”, engañó sobre el número de autónomos, descalificó los datos del paro, de los okupas, la inflación… y un largo etc. Conclusión, dijo más mentiras que verdades. Con ese bagaje ¿cómo iba participar en un segundo debate? 

Otro tema de gran importancia es la limitada capacidad intelectual del candidato de la derecha, que lo descalifica para presidente del Gobierno; sus pifias en conocimientos básicos lo conceptúan como presunto iletrado (situar a Huelva en el Mediterráneo o Extremadura en Andalucía). Produce desasosiego su infantil explicación sobre su desconocimiento de la lengua inglesa en contraposición a su adversario Pedro Sánchez, que lo domina con soltura, como todos los ministros lo hablan con fluidez, lo que permite una relación más estrecha con su homólogos europeos. 

Núñez ha elegido la cola del león en detrimento de la cabeza de ratón. Lo grave es que el ratón ha sido embrujado por Blancanieves, que tiene muy claro qué provincias baña el Mediterráneo. 

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