Opinión

Sueños de terror

El calor es sofocante; un sopor incontrolable se apodera de los sentidos; los párpados, humedecidos por un pegajoso sudor, se cierran intermitentemente. Unas imágenes borrosas caminan sobre lóbregos callejones, cientos de personas se agolpan para contemplar una procesión de licántropos que anuncian su llegada con espeluznantes aullidos. Los espectadores, absortos en busca de una virtual criatura, sucumben ante el empuje de la barbarie. Los pastores se muestran inmóviles, cuales efigies, y aplauden las maniobras de un siniestro mago que seduce al pueblo antes de devorarlo en un siniestro festín; entre tanto horror los cocineros se convierten en víctimas de los amos a quienes creen servir.

El miedo atenaza las voluntades; la estupidez se extiende en pensamientos robotizados. Un golpe libertador fracasa porque el director que lo dirige consigue sus objetivos, se ha disfrazado de oveja y ocultado su condición de macho alfa de la jauría sanguinaria, resultado, más zombis para el banquete de la muerte. Los eunucos se convierten en leales servidores del nuevo sultán.

Los párpados se abren, una siniestra figura se vislumbra en la penumbra es la vanguardia del señor del caos que invade los hogares, nadie esta libre de su hipnotizador influjo.

Los recuerdos se agolpan tratando de liberarse de tanta mentira; la paga extraordinaria pervierte la historia convirtiendo al enano asesino en un simple bufón; sus siniestras huestes sembraron de desolación los campos de una tierra fertilizada con sangre, mientras sus émulos manipulan las mentes en el intento de santificar el crimen. “Las hermanas fatídicas” siguen anunciando el triunfo del odio y la ambición, mientras las masas huyen hacia la nada. El desánimo pugna con la resignación enfrentándose a la aceptación de una horrible realidad: la involución de la especie. El necio está orgulloso de sus necedades; el corrupto alardea de su inmoralidad; el violento se manifiesta jactancioso de su fuerza bruta; el vago presume de su inoperancia; el votante se avergüenza de su voto y el iletrado se convierte en ilustre asesor. ¿A que conclusión llegarían los sabios jónicos?

Más de cuarenta grados, la sangre hierve en las venas, el ruido es vencido por un silencio sobrecogedor. Los lobos cazan nuevas presas; han sido aleccionados por los ángeles de la muerte, son cachorros alimentados por el odio, la venganza y la desesperación. Son los hijos del mal, mientras su más preclaro vástago baila en los funerales de los defensores del “orden”, entre tanto estos esperan ansiosos la llegada del sheriff universal..

Caos, desorden, crimen, nacionalismo, fanatismo, violencia, terrorismo, alienación, miedo, mentira…y calor, mucho calor. El astro rey hace notar su indiscutible poderío; sus golpes son mortales, su energía imprescindible, su presencia absoluta, sus ciclos impredecibles. Pero como todo ser, temporal y finito. Lo demás es una anécdota sin más valor que un sueño de terror.

¡Pero que calor hace!.

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