Opinión

Un hombre político

En una noche primaveral, la lluvia golpeaba con fuerza los cristales produciendo un sonido agradable que ahogaba el estridente graznido de las urracas que, con un matraqueo agobiante tcha-tcha-tcha-tcha… anunciaban sus éxitos como psicopompos sustitutos de los buitres portadores de las almas al “más allá”. El Viejo Milenario sudaba copiosamente cuando encendió la luz y cogió el libro que había estado leyendo: “Fouché, retrato de un hombre político”; su autor, Stefan Zweig, uno de los mejores escritores de la primera mitad del siglo XX. Maribel se lo había aconsejado y él había tenido el acierto de comprarlo y disfrutarlo, aunque su lectura le producía una sensación de malestar al identificar a Fouché con algunos políticos de la actualidad, que buscan el poder sembrando el odio y la violencia, creando un clima de terror que pone en peligro la convivencia e incluso la paz. Cuando los émulos de Fouché llegan al poder se instala el populismo, se congelan las libertades y el miedo se hace dueño del destino de los humanos. 

Todos los días observamos que en el discutible juego de la política no suelen triunfar los ciudadanos que se caracterizan por su comportamiento ético, de inconmovibles convicciones y de amplia visión moral. Son más abundantes los tahúres profesionales que se incrustan en los partidos como fontaneros ocultos manipuladores de la democracia, en la que no creen, pero que utilizan para sus espurios intereses. El Viejo Milenario ha conocido a talludos políticos que iniciando su carrera en alguna organización juvenil, se jubilan sin haber desarrollado actividad alguna en el mundo laboral.

En España es histórica la sumisión del pueblo a los designios de una minoría que miente, manipula y corrompe voluntades sin importarles afrontar los riesgos que conllevan sus decisiones. ¿Cómo es posible que miembros del Gobierno de la Comunidad castellano leonesa, se desplacen a Bruselas para solicitar a la UE que se reduzcan los controles sanitarios a la cabaña vacuna, permitiendo el tránsito de ganado, presuntamente enfermo de tuberculosis, en aras de teóricos beneficios del sector? Irresponsablemente la ultraderecha, aliada con el PP en el Gobierno de la Comunidad, no duda en poner en peligro la salud de los ciudadanos en el maquiavélico intento de conseguir el apoyo electoral de los incultos ganaderos. ¡Qué lejos quedan ya las vacas locas! Ante tal atrocidad, los populares apoyan sin fisuras a sus aliados, lo que pone en evidencia las nefastas consecuencias de un gobierno del PP coaligado con Vox. 

 El Viejo Milenario se autodefine como solipsista ucroniano, lo que le permite viajar al pasado y cambiar el desarrollo de los acontecimientos integrándolos en una realidad personal con tintes de aparente locura. Esta forma de interpretar los acontecimientos produce “ventajas” al imponerse la Razón sobre la Estulticia, quedando la persona arropada por su subjetividad. En esa situación, el indulto se aplicaría a los asesinos múltiples responsables de desproteger a los ciudadanos de su país de una pandemia como la vivida recientemente (los madrileños han indultado a Isabel Díaz Ayuso). ¿Cuántos millones de españoles morirían si en vez de coincidir con el Gobierno de Pedro Sánchez, hubiera sido presidente Alberto Núñez Feijóo y vicepresidente Santiago Abascal? Pero la pandemia no es un hecho aislado: ¿Qué pasará en Doñana si el Gobierno de España no impide que se aplique la ley aprobada por el Gobierno andaluz, con el apoyo de Vox, que permite el uso indiscriminado de la escasa agua que necesita el Parque Nacional? Sin duda, el humedal más extenso de Europa desaparecería en un corto periodo de tiempo. El Viejo Milenario recoge como colofón a sus reflexiones una frase de Zweig: “Sólo en la caída en desgracia alcanza el hombre de Estado la verdadera visión del mundo de la política”. Gracias presidente, por tu constancia. 

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