Opinión

Una vez más, Chuang Tse

En el libro de Chuang Tse siempre se encuentra la frase adecuada que resume en pocas palabras lo que se debe de hacer en los momentos de confusión creados intencionadamente por los manipuladores de las mentes. “Chi Hsi Wei afirma que solo el hombre perfecto puede estar en el mundo y no tomar partido, puede seguir a otros y no extraviarse. No absorbe sus enseñanzas, se limita a escuchar y comprender sin comprometerse”. 

Desde siempre el deseo de hacer proselitismo ha guiado la acción de profetas, apóstoles, líderes, políticos y gurús. El someter a las masas con el estigma de una única y absoluta verdad anula la libertad y limita el pensamiento. La militancia férrea, sin fisuras, acrítica y dependiente convierte al ser humano en un robot obediente y esclavo. 

Cuando el individuo se siente indefenso y temeroso de un presente que no controla, huye de su soledad y busca el amparo de la masa para integrarse en un “todo” que lo proteja y a cambio de ello se convierte en un ser amorfo sin personalidad ni voluntad. En su limitada libertad hace aquello que su líder le ordena; es tal el grado de sometimiento que no valoran las consecuencias de sus actos. 

Desde la más tierna infancia el ser humano está sometido a un aprendizaje que intenta anular su creatividad y su espíritu crítico. Se planifica una globalización del pensamiento para que desde la cúspide se puedan dictar órdenes subliminalmente de tal forma que se garantice el orden o desorden necesarios para controlar el Poder. No se duda en utilizar las emociones o los sentimientos cuando el interés general así lo demanda. 

Chuang Tse afirma: “Solo el hombre perfecto puede ir por debajo del agua y no ahogarse, puede andar sobre el fuego sin quemarse y puede pasar sin temor sobre las múltiples formas de la vida…”. El camino está en no absorber el discurso del caudillo como una esponja que se empapa del líquido que la rodea, no se debe de comprometer más allá de perder la capacidad de analizar críticamente las razones que impulsan los movimientos de masas.

Creemos en los héroes porque los necesitamos, nos protegen, combaten al mal, dan seguridad, son valientes y sobre todo están siempre a nuestro lado. Supermán, el Guerrero del Antifaz, el Zorro, Batman, el Capitán Trueno, Iron Man, Thor… Puigdemont, Aznar, Felipe González, Donald Trump… antes eran los dioses, los seres mitológicos, los fenómenos de la naturaleza y siempre como fundamento, la debilidad humana. 

Decía William Shakespeare: “No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así”. Aunque yo prefiero la frase de Ramón de Campoamor: “En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el cristal…”.

En Cataluña, dos “verdades” se enfrentan. Creo que la solución está en el libro de Chuang Tse, texto que se debía incluir en los currículos académicos o al menos en los programas electorales, tal vez así la ciudadanía empezaría a gozar de la libertad y aceptar su condición de “polvo cósmico” con el don del raciocinio. 

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