Opinión

Valor bursátil: La mentira

El Viejo Milenario estaba perplejo: se comentaba en los círculos políticos de la capital de España que el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, el señor Alberto Núñez Feijóo, había asistido a las clases impartidas en diferido por el gran maestro de la mentira, el nazi Joseph Goebbels. Ante noticia de tal magnitud todos se preguntaron ¿cómo es posible que esto pueda suceder si el matrimonio Goebbels se suicidó el primero de mayo de 1945, después de haber envenenado a sus hijos?; la poderosa líder madrileña sonreía maliciosamente conocedora de los hechos que habían transformado al torpe candidato de su partido en un feroz adversario.

Hábilmente se utiliza el principio de Vulgarización usando propaganda popular que permite a las masas el identificarse con argumentos pueriles como es el caso del lema “Que te vote Txapote”

El misterio quedó resuelto cuando la insigne adalid cometió la calculada indiscreción de filtrar para su gloria y dominio el nombre del misterioso émulo de Rasputín, se trataba de su fiel cancerbero Miguel Ángel Rodríguez, que trasladó a Núñez los principios infalibles de la mentira que le darían la victoria en la seguridad de no dar opción a un sorprendido Pedro Sánchez: El primer principio recibe el nombre de Simplificación, que consiste en individualizar al adversario convirtiéndole en un único enemigo, creándole la sensación de estar solo y sin apoyos. A continuación, el principio de Transposición, que consiste en cargar sobre el adversario los propios errores o defectos y si no se puede contestar a preguntas comprometidas se inventa otras que las distraigan. El aspirante no dudó en aplicar sin compasión el principio de Exageración y Desfiguración: convertir anécdotas en acusaciones graves falsificando datos.

Hábilmente se utiliza el principio de Vulgarización usando propaganda popular que permite a las masas el identificarse con argumentos pueriles como es el caso del lema “Que te vote Txapote”. El más conocido de los servicios es el de Orquestación que consiste en repetir la mentira cuantas veces sea necesario hasta convertirla en verdad; este servicio lo practicaba Núñez habitualmente en su feudo gallego, por eso lo utilizó reiteradamente durante todo el debate. No tuvo tampoco reparos en utilizar el principio de Renovación, que permite construir argumentos a partir de fuentes diversas, los llamados globos sonda.

Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas. La derecha usa este servicio con normalidad asumiendo los pequeños costes sociales, los nazis lo denominaban principio de Transfusión

Callar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y no darse por enterado se conoce como principio de Silenciación, sin duda el que más irritó a Sánchez. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea en la mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas. La derecha usa este servicio con normalidad asumiendo los pequeños costes sociales, los nazis lo denominaban principio de Transfusión. Los movimientos migratorios y los conflictos territoriales son argumentos habituales de la derecha xenófoba.

El principio de Unanimidad trata de convencer al pueblo de que todo el mundo coincide con su pensamiento y proyecto. Estos son los principios de la propaganda que tan buen resultado le dieron a los nazis y ahora a Núñez Feijóo. Los principios de Goebbels son plagiados por la norteamericana Eugenie Carol Scott, que los rebautiza con el nombre de “Galope de Gish” para hacerlos más asimilables por los políticos mentirosos y trileros de la vieja Europa.

 El Viejo Milenario no puede olvidar que Alberto Núñez había experimentado con éxito la mentira como arma contra el adversario en las elecciones autonómicas gallegas en el año 2009. Cuando sin el menor sonrojo acusó a Emilio Pérez Touriño, político austero donde los halla y de una honestidad ejemplar, de despilfarro basando sus acusaciones en la mentira y la manipulación.

Reconocer que un mentiroso gana un debate con argumentos y principios nazis es aceptar que en política todo vale y que el totalitarismo es una opción democrática. Lo más grave es que los principios propios de Goebbels cotizan en el mercado de intereses y que un mentiroso puede llegar a ser presidente.

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