Opinión

Vástagos de la bestia

San Juan, en el Apocalipsis, describe a un animal monstruoso, que muchos identifican con el Anticristo. Su nombre, la Bestia. Su reino anunciará el fin del mundo. Para conseguirlo, la Bestia se mezclará con hombres y mujeres, utilizando la forma humana de íncubo (hombre) o súcubo (mujer). Los vástagos de los íncubos y súcubos precederán a la Bestia y se extenderán por el mundo, iniciando la victoria del Maligno.

¿Es un vástago de la Bestia José Enríquez Abuín (el Chicle)? Hay conductas del ser humano que repugnan a la conciencia y tienen difícil explicación racional, como lo son la de padres o madres que martirizan o asesinan a sus hijos, o la de hijos que maltratan a sus padres, o la de hombres que asesinan a sus parejas, o la de desalmados que torturan a sus semejantes. Estamos habituados a observar como el comportamiento humano supera en crueldad a la fiera más sanguinaria; y esto sucede desde que el “mono desnudo” ha evolucionado hasta convertirse en “homo sapiens”. 

Algunos homínidos siguen dominados por su cerebro reptiliano; carecen de empatía, son depredadores, esclavos de los instintos más primarios y utilizan la fuerza bruta para alcanzar sus objetivos. Pasan desapercibidos entre la masa, comparten su tiempo con nosotros, tienen familia, tienen hijos, trabajan, hacen deporte, van al cine, pasean por la calle, van al supermercado, conducen su coche, veranean, ríen, lloran y van al médico cuando enferman; parecen normales y en algún caso seductores. Pero todos ellos tienen algo en común: son malvados y gozan del dolor ajeno. 

El crimen de Diana Quer es, como todos los crímenes, espeluznante. Una joven llena de vida, es atacada por un depredador sanguinario que la tortura sin piedad y acaba con su vida. Después de cometer tan execrable crimen, el cruel asesino se incorpora a sus quehaceres habituales y, lo que es más sorprendente, cuenta con la protección de su pareja. Desgraciadamente el caso de Diana es uno más en la larga lista de víctimas inocentes que mueren violentamente sin otra razón que lo dispuesto por el destino. Ha sido el azar quien la dispuso como presa de uno de los hijos del Maligno.

La gran pregunta es: ¿cómo debe protegerse la sociedad de estos vástagos de la Bestia?; ¿mejorar la educación en valores?, ¿más recursos represivos?, ¿controles preventivos?, ¿más ética y menos corrupción?, ¿menos marginalidad social?… La respuesta es una incógnita de difícil solución. Ya Thomas Hobbes afirmaba en el siglo XVII: “Homo homini lupus” (el hombre es un lobo para el hombre). El autor del Leviathan dejaba en manos del estado la solución a los conflictos violentos del ser humano; quizás ignoraba la fragilidad de las estructuras generadas por la sociedad humana. Es muy difícil en un mundo sin valores utilizar únicamente los medios represivos para frenar a los “cazadores” de seres humanos; ni la amenaza del infierno evitó grandes crímenes y genocidios de pueblos enteros.

Las “leyes del mercado” ponen a disposición del consumidor cualquier producto sin importar la procedencia de los recursos empleados y la carne humana no es una excepción. 
El Chicle no es hijo de un íncubo ni de un súcubo, es sencillamente un vástago podrido de una raza que está muy lejos de haber alcanzado los ideales de convivencia en paz y respeto. Hoy solo cabe condenar el crimen y solidarizarnos con el dolor de la familia y amigos de la ya eternamente joven Diana Quer. Descanse en paz.

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