Opinión

¡Votad, votad, malditos!

Votad bien, la libertad es secundaria! En una reciente convención lo sugiere Mario Vargas Llosa, ilustre aristócrata de las letras, aprovechando su condición de prócer de una clase que no necesita las libertades para disfrutar de los placeres que proporciona el dinero. ¿Tal vez está insinuando que el voto a Uribe fue más útil para los colombianos que perdieron alguno de sus miembros asesinados por los paramilitares amparados por el Estado, en un sorteo diabólico donde lo único que importaba era el número de “piezas” obtenidas en una cacería donde los trofeos eran jóvenes inocentes? ¿Acaso insinúa que sus compañeros de presunta evasión de capitales que ocupan o han ocupado Jefaturas de Estado son los idóneos para dirigir los destinos de sus países? Lo más escandaloso es que el sistema amortizará la repulsa general y dentro de pocos días desaparecerá como noticia sin sanción o condena alguna para los presuntos evasores; y lo que aún es peor, los que aplaudieron su alevosía seguirán aplaudiendo con sus votos a quienes les habían invitado.

Ayuso, con la colaboración inestimable de López Obrador, de los revisionistas de la historia, de los sesudos colaboradores de Sálvame, de los exabruptos de Vox, de los independentistas catalanes… desvían la atención del pueblo español de lo más trascendente del momento histórico que se está viviendo. Una nueva sociedad donde la diferencia entre ricos y pobres irá aumentado en la medida que el sistema capitalista proteja a sus lacayos a costa del empobrecimiento de los trabajadores. Todos tienen un precio, el fichaje de Carmona es un ejemplo más de la capacidad de “convicción” que tiene el Becerro de Oro. La energía es cada vez más cara. Los servicios públicos como la sanidad o la educación retroceden en calidad por las políticas de la derecha. Un amplio sector de la juventud huye de la frustración refugiándose en el botellón y en las redes sociales, hábilmente manejadas por los gurús de las nuevas tecnologías.

El Viejo Milenario tiene el privilegio de haber heredado de su abuelo la primera edición del “Esquema de la Historia” escrito por H.G. Wells en 1919. Una frase en el prólogo del primer tomo resume el ideario del prolifero escritor: “Es necesario para la paz interna, lo mismo que para la paz entre naciones, un sentido de la historia como aventura común de la humanidad entera”. Han transcurrido cien años desde que fue pronunciada y los intentos de la clase política por conseguir un proyecto común de convivencia han fracasado: guerras, violencia, hambre, enfermedades, persecuciones, terrorismo, crímenes… siguen asolando al mundo. La política y el hombre han fracasado.

Para acabar este artículo el Viejo Milenario recoge una frase del geógrafo Friedrich Ratzel, fundador de la antropogeografía y del “espacio vital”: “La filosofía de la historia de la humanidad, para ser digna de tal nombre, debiera empezar en los cielos y bajar a la tierra, debiera ir cargada con la convicción de que toda existencia es una, sola y única concepción sostenida desde el principio hasta el fin por una idéntica ley”.

Los dos pensamientos son una valiosa aportación a los estériles debates actuales sobre las responsabilidades históricas de las naciones imperialistas y colonizadoras. Debates que deben desterrarse pues solo sirven hoy para enfrentar a los pueblos, generando un clima de crispación que solo beneficia los intereses de los poderes fácticos que controlan el mundo.

Mario Vargas Llosa no es el predicador Antonio Conselheiro (uno de los personajes de su novela “La guerra del fin del mundo”) y afortunadamente ahora los campesinos yagunzos aman la libertad y saben votar, porque votan lo que les da la gana.

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