Opinión

SOBRE COSAS INCOMPRENSIBLES

El Laboratorio Europeo de Física de Partículas Elementales (CERN) ha comunicado al mundo el hallazgo del bosón de Higgs, llamado la partícula de Dios porque, nos cuentan, daría respuestas sobre el origen del universo, explicaría por qué es como es. Dado que es un asunto complejo los científicos se han tenido que aplicar a fondo en el oficio de la metáfora para intentar divulgar la buena nueva. Es el cemento del universo, encontrarlo ha sido como ver la cara de un conocido entre la muchedumbre en un país extranjero, hemos leído. A pesar de su buena voluntad, no llegamos a captar la sustancia, y tenemos que enfrentarnos al hallazgo científico como a las grandes verdades teológicas. Es cuestión de fe.


Es evidente que hay cosas más terrenales que tampoco somos capaces de explicar desde la razón, como por ejemplo que los mercados cubran la última emisión de deuda española a un interés altísimo después de presionar la deuda so pretexto de la poca fiabilidad de nuestra economía. Pero a estas alturas hay cosas que ya hemos renunciado a entender, porque son sencillamente inexplicables.


Pero volvamos al hallazgo de la partícula mágica del que cabe extraer alguna lección complementaria. Porque su consecución no ha sido fruto del azar ni de la revelación, sino de la búsqueda científica, y ésta ha estado precedida de un esfuerzo titánico. Hemos tenido la suerte de que la construcción del acelerador de partículas no se cruzase con las políticas de austeridad y recortes y tal circunstancia ha permitido a Europa demostrar que si se lo propone, puede. Resulta incomprensible que esa capacidad para llegar a desentrañar los orígenes del universo no pueda desarrollarse para encontrar soluciones que frenen, por ejemplo, la reacción en cadena de la crisis que vivimos. Quizás sea porque en estas cuestiones intentamos buscar respuestas sin haber entendido el origen de los problemas, una estrategia que ni permite su resolución en el presente ni impide su repetición futura.

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