Opinión

Irán en la encrucijada

Algo se ha movido en Irán tras las últimas elecciones. La sospecha de fraude ha movilizado a cientos de miles de ciudadanos que se han echado a las calles de Teherán en los dos últimos días protagonizando manifestaciones que no se recordaban desde las vísperas de la revolución islámica que acabó con el régimen del Sha. La ausencia de observadores internacionales hace que el mundo no tenga ni datos ni instrumentos para certificar si las elecciones han sido manipuladas, pero la reacción del régimen iraní, que ha respondido a las peticiones de transparencia con un apagón informativo sin precedentes sólo puede alimentar la sospecha. Ahmadineyad no quiere que el mundo sepa lo que pasó el domingo ni lo que pasa hoy en su país.


Se entiende la prudencia de la comunidad internacional. Nada ayuda más a regímenes de tinte totalitario que la existencia de un enemigo exterior que mostrar a su pueblo como elemento catalizador. La decisión del presidente Bush de situar a Irán como motor del Eje del mal contribuyó a bloquear los mínimos atisbos aperturistas con la elección de Ahmadineyad.


Pero las cosas han cambiado. Habrá que volver de nuevo al discurso inaugural de la presidencia de Barak Obama, alguno de cuyos párrafos convendría releer al presidente iraní. Dijo Obama: ‘Al mundo musulmán: buscamos un nuevo camino basado en intereses mutuos y mutuo respeto. A esos líderes de todo el mundo que pretenden sembrar el conflicto o culpar de los males de su sociedad a Occidente: sabed que vuestro pueblo os juzgará por lo que seáis capaces de construir, no por lo que destruyáis. A quienes se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y acallando a los que disienten, tened claro que la historia no está de vuestra parte’.



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