Esta crisis económica -con consecuencias nefastas para los que nada tuvieron que ver en su génesis- tarda mucho, muchísimo en desaparecer. Esta crisis ha condenado y está condenando al paro a millones de personas y consiguiendo convertir su existencia en un auténtico infierno.
Es tremendo ver como ante ella se desvanecen gobiernos y políticas bienintencionados y progresistas. También lo es ver como el poder político se arrodilla y cede ante los monopolios del capital. Un profesor gallego, recientemente fallecido, dejó esta frase: 'Ou o mundo remata co capitalismo, ou o capitalismo acaba co mundo'. Ahora bien, resulta que esta crisis financiera, en principio, fue provocada por la actitud de unos banqueros norteamericanos que, irresponsablemente, concedieron préstamos hipotecarios a personas y entidades que no podrían devolverlos.
Y ahora llegamos a un punto en que bancos y cajas son los propietarios de un cúmulo enorme de viviendas que no pueden vender.
El Gobierno pretende incentivar su compra rebajando el IVA en cuatro puntos hasta fin de año. ¡Ojalá esta medida obtenga éxito!.
Para terminar, una pregunta: ¿En qué estarían pensando esos banqueros para mostrarse tan pródigos? ¿Acaso siguieron el consejo evangélico que dice, 'si hacéis el bien al que os hace el bien, ¿qué méritos tenéis? Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¡vaya generosidad! El consejo evangélico sí que lo siguieron, pero sin saberlo.
