Hoy, tarde desapacible, casi de invierno, echo mano a un pequeño volumen hace años adquirido y que conservo en mi librería personal.
El libro en cuestión se titula “Millones al horno”, publicado en aquella popular “Colección Austral” que, en su momento, “publicaba libros para todos los lectores y un libro para el gusto de cada lector”. Su autor, el inolvidable Julio Camba.
Pues bien, bajo el epígrafe de “El amor y el artritismo”, e1 escritor vilanovense cuenta que Bermúdez, solterón impenitente, fue invitado a compartir cena en casa de un matrimonio amigo. Terminada ésta, la esposa del anfitrión -obsernando que el marido se disponía a salir con Bermúdez- echó mano a una bufanda y se la puso al cuello, al mismo tiempo que le decía: “Pero ¿serías capaz de echarte a la calle sin bufanda? ¡Con el resfriado que tienes encima!...
Impresionado por tanta atención,Bermúdez le pregunta: “Pero ¿tan resfriado estás?” En realidad la noche era buena, con temperatura de primavera y en lo alto, un cielo espléndido.
-Nada de eso. Exageraciones de mi mujer.
Estas circunstancias hicieron que el solterón Bermúdez entrase en en meditación para autopreguntarse: ¿Qué hago yo en el mundo con la artritis que tengo? Sí, soy libre, pero ¿quién va a cuidar de mí?
Conclusión: “Y a los seis meses, poco más o menos, nuestro hombre estaba casado. Estaba casado y fue feliz porque en vez de fundamentar la felicidad conyugal en una base poética, la fundamentó en una base prosaica, pero real, como el artritismo”.
Sabemos que Camba profesó soltería vitalicia.
