La Dama de Hierro ha muerto. Así es; pero a pesar de ellos, sigue dando guerra y mucho que hablar. La figura de esta política británica genera encendidos elogios y virulentos ataques no sólo dentro de su país, sino también en el resto de Europa. Las clases inglesas a las que aupó no cesan de bendecir su memoria, y la veneran como artífice e impulsora de una 'revolución conservadora', lo que no deja de ser una 'contradictio in terminis'. Su 'revolución' ha propiciado el engrandecimiento de unos a costa de la miseria de muchos.
El sistema económico ideado por la señora Thatcher consumó el desmantelamiento de los derechos sociales de las clases asalariadas, conquistados con tanto sufrimiento. ¡A quién se le ocurre ir a la escuela sin pagar! ¿No sabe usted que la enseñanza hay que pagarla?, diría Thatcher. Acabo de enterarme de que en Madrid sus políticos se apuran a dedicarle una calle a esta 'revolucionaria' inglesa. No dudo de que ello será noticia inmediata.
Margaret Thatcher sigue viva no sólo por las polémicas que su óbito suscita, sino también -y esto es lo más inquietante- porque sus 'revolucionarias' ideas en el campo de la economía nos están empobreciendo a ritmo acelerado en esta Europa de los mercaderes.
