Opinión

¿Quién los puso ahí?

Los políticos no gozan de buena fama. La "voz del pueblo" les atribuye maldades imperdonables, siempre o casi siempre relacionadas con el saqueo del erario en beneficio propio.

Los que así generalizan no son justos; y no lo son en la medida en que generalizan. No obstante uno entiende que la opinión les sea desfavorable, dado los escándalos por ellos protagonizados y de los que tenemos noticia casi a diario.

Ahora bien, si tan degenerados son, si tan ayunos de principios éticos se hallan, cabe preguntar: ¿quién los puso ahí?, ¿acaso llegaron al poder mediante técnicas de golpe de estado a lo Curzio Malaparte? ¡Políticos corruptos fueron una y otra vez revalidados en las urnas por los propios ciudadanos!

Teniendo en cuenta lo anterior, uno alberga la sospecha de que la sociedad que los apoya o tolera tampoco goza de buena salud ciudadana.

"La democracia -escribe B. Russell- posee al menos un mérito, a saber, que un miembro del Parlamento no puede ser más estúpido que sus electores, porque cuanto más estúpido fuese, tanto más estúpidos serían ellos por elegirlos".

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