Uno, en su ingenuidad, pensaba que la epifanía de los partidos emergentes en el panorama político español, obligaría a una saludable cura de humildad por parte de PP y PSOE.
Yo así lo creía; incluso lo manifesté en un artículo en La Región. Daba por hecho que todos ellos -veteranos y novísimos- venían obligados a pactar y a formar un nuevo Gobierno. Esta esperanza vendría de esa juventud idealista que abominaba de la tradicional "casta".
No ha sido así, lo que invita a una breve reflexión. Este fenómeno, inusual y extraño en los países de nuestro entorno, aquí aconteció. Fueron incapaces de llegar a un acuerdo para beneficio de todos, con lo que el próximo 26-J de nuevo volveremos a las urnas. Al respecto y según los pronósticos, los resultados serán bastante similares a los del 20-D.
Ahora bien, de cumplise los vaticions, ¿tendrían valor para hacer lo mismo? ¡Ello sería demasiado irracional!
¿Solución extrema? En la ciudad italiana de Viterbo, los cardenales enfrentados en dos bandos, no acababan de designar un nuevo papa. Entonces, alguien que tenía poder para hacerlo encerró a los purpurados en una sala, los puso a pan y agua y juró no dejarlos salir hasta que la cuestión quedase resuelta. Así lo hizo y, al fí, obtuvo resultado. En el transcurso del enclaustramiento fallecieron dos cardenales.
