Opinión

Cartas Galicia-Madrid: "La caridad con dinero ajeno" y "Patinazos y tropezones"

Querido compadre Quero: 

Se celebra estos días en Orense el Congreso Internacional de Turismo Termal y, no sé si a ti te pasa, pero yo lo veo y ya me relajo como si tuviera los pinreles en una palangana con burbujitas. La maravilla de las vacaciones termales es el segundo secreto mejor guardado de la provincia; el primero es el matrimonio perfecto entre el Mencía y la tapa.

En la primera jornada se ha anunciado un proyecto que te va a encantar: el Gran Hotel Balneario Auria, que estará ubicado en la actual sede del gobierno provincial y que abrirá en 2027. Tenemos cinco años para bajar de peso, compadre, que yo quiero que tú y yo nos postulemos al chapuzón inaugural ante las autoridades y las cámaras de televisiones de todo el mundo; yo como gallego experto en tirarme a la piscina, y tú como madrileño disfrutón. 

Leo también en la prensa que ahora los socialistas quieren echar a los okupas en 48 horas. Hace solo un par de días esto era fascismo total porque lo proponía Vox. Pero no vamos a detenernos en viejas rencillas porque, no sé si te das cuenta, pero de aprobarse un decreto así, podríamos deshacernos de Sánchez en dos días. Las clases medias, hoy ya bajas gracias a la gestión del Gobierno, decretarían a su vez seis días de fiesta oficial para celebrarlo. 

Confieso que al principio no sabía bien qué mosca les habría picado a los socialistas para empezar de pronto a anunciar como propias un montón de iniciativas que rechazaron con insultos cuando las propuso la oposición; la de los okupas, sí, pero también está lo del debate de las bajadas de impuestos. Después de considerarlo en frío, lo he comprendido: les ha picado la mosca electoral. Supongo que la teoría del sanchismo consiste en hacerle la vida imposible a la gente durante tres años y, cuando asoman las urnas, fingir que estás dispuesto a hacer todo lo contrario para intentar driblar la debacle electoral. 

Con todo, lo que me inquieta es que todavía nadie en el Gobierno haya dicho ni una sola palabra sobre contener el gasto público. Nos han pedido que nos apretemos el cinturón, que apaguemos las luces, y que no carguemos los coches eléctricos, porque el invierno va a ser muy achuchado. Incluso ahora hablan de subir y bajar impuestos a placer, pero de nuevo sin mencionar ajuste alguno en sus cuentas. Me pregunto si no habrá alguien en Ferraz, aunque sea uno solo, que pueda explicarles a sus colegas que la montaña rusa de impuestos, si no está acompañada de una reducción del gasto del enorme Estado, no sirve para nada. 

Más bien al contrario, Sánchez lleva diez días regalando dinero como si fuera suyo. Los 236,5 millones de euros para la seguridad alimentaria en el mundo estaría muy bien, si no fuera porque aquí, mucho más cerca, hay ya un montón de gente pasando hambre, con familias enteras en el paro gracias a la eficacísima reforma laboral de Yolanda–me niego a seguir considerándola Díaz-. Pero lo más asombroso es el anuncio de la donación del Gobierno de Sánchez de 130 millones de euros de los españoles a Bill Gates, que es el cuarto tipo más rico del planeta. 

Los verificadores de noticias, tan independientes que son de La Sexta, se han apresurado a decir que es falso que Sánchez haya regalado dinero a la fundación de Gates. De acuerdo, lo ha donado al Fondo Global de lucha contra varias enfermedades, un inmenso y opaco conglomerado en el que se entremezclan donaciones públicas y privadas, en cuyo órgano de decisión -ejem- está un alto cargo de la Gates Foundation, y el inventor del pantallazo azul aparece en todas las fotos de la organización. Supongo que es mejor que tiren nuestro dinero ahí que cuando lo queman en las campañas anti-carne de Garzón, pero: ¿es el momento de hacerlo?

Querido compadre Itxu:

En Madrid ya amarillean los madroños en su camino hacia la rojez. Se trata de unos frutos que, si no se los comen los pájaros, hacen un licor estupendo. El cambio de color advierte la proximidad del invierno. La llegada del frío hace aún más atractiva la idea del Hotel Balneario de Auria del que me hablas. De seguir así el precio del gas y la electricidad, ya me imagino hordas de madrileños rumbo a Orense a calentarse en las aguas termales, como esos monos japoneses que, para no pelarse de frío, se sumergen en un manantial humeante atemperando sus cuerpos con gesto meditabundo.

Siempre que se habla de balnearios recuerdo lo sucedido a un amigo mío cuando visitó a un conocido que acababa de abrir un establecimiento rural con spa. Por cierto que, como sabes, la palabra spa viene de los romanos, unos tipos muy listos que hace dos mil años ya construían este tipo de instalaciones con el nombre de Salus Per Aquam. El caso es que mi amiguete, que no es romano sino de Torrelodones, fue al hotel mencionado a pasar una noche sin la precaución de llevar un bañador. Como su breve estancia era un día entre semana y el hotel acababa de abrir, resultó ser el único huésped. Así que decidió probar el jacuzzi tal y como su madre lo trajo al mundo. La mala fortuna hizo que una pareja de enamorados, quién sabe si ocasionales, visitara esa misma tarde el lugar y decidiese hacer uso de la misma piscina de burbujas comunitaria, justo cuando él se encontraba dentro, insisto, en pelota picada. Tras los protocolarios saludos, buenas tardes, buenas tardes, los minutos pasaban con la lentitud de un caracol hemipléjico. Mientras, mi amigo miraba al techo, al horizonte, a sus propios dedos arrugados como garbanzos, esperando que los novios, cada vez más acaramelados, decidiesen rematar la faena en la habitación, que es donde deben hacerse estas cosas. Pero la pareja seguía deshaciéndose en carantoñas, caricias y besos para disgusto del otro ocupante de la bañera, incapaz de abandonarla dada su desnudez. En un momento en el que los novios permanecían abrazados ajenos al mundo, concentrados en su fragor amatorio, Miguel Ángel, que así se llama, decidió abandonar el lugar, pasando desapercibido. Por ello, de un salto, intentó huir en busca de la toalla más próxima, pero la desdicha hizo que resbalara en el suelo húmedo y cayera estrepitosamente, quedando su cuerpo a cuatro patas con la popa en dirección a los aterrados novios, que en ese momento dejaron de amarse para observar espantados la inolvidable visión de esa bandera del Japón tan obscena.

Mi amiguete es muy de patinazos, de meter la pata, de liarla parda. No sé cómo no le han fichado ya en Moncloa. Encajaría perfectamente. En un Gabinete que ha hecho del tropezón su programa de Gobierno solo faltan él y Pepe Viyuela con su celebrado número de la silla. ¡Qué afortunados somos de vivir en un país donde el Gobierno te quita el 40% de lo que ganas, el 21% de lo que compras y el 30% de lo que heredas. La brillante frase no es mía, sino de una tuitera con la que no puedo estar más de acuerdo. Y aún así, quieren más porque lo mucho que recaudan no cubre lo muchísimo que gastan. La banda de Sánchez se perdió aquel capítulo de Barrio Sésamo donde explicaban la imposibilidad de llenar un cubo de agua si éste tenía agujereado el fondo. Ya es oficial que la deuda pública española la heredarán nuestros hijos y nietos. Y como es una herencia, capaces serán estos de endilgarles el impuesto de patrimonio también. Porque sí, a la clase media se la están cargando los que están por debajo de la media de clase. ¡Cuídate!

Te puede interesar