Opinión

Cartas Galicia-Madrid: "Luces rojas en la economía" y "Devotos del voto"

Querido compadre Quero:

¿Cómo llevas la campaña electoral? No hay tiempo para aburrirse. Por un lado, el tongazo electoral de Melilla y sabe Dios dónde más. Por otro, los audios filtrados, que aparecen por todas partes, como en Orense estos días, un festival de corruptelas en cueros. Por no hablar de los ataques de sinceridad, como la explosión de la ministra de Igualdad contra una anciana, solo por qué le preguntó cómo consiguió hacerse con el casoplón dedicándose a la política. Ya lo dice el refranero: la primavera, la sangre comunista altera.

Veo que, en Madrid, Podemos ha desatado la guerra de las lonas publicitarias. No sé si la mejor forma de conseguir votos es tapando un edificio del barrio de Salamanca para llamar “cayetanos” a los que viven allí. Pero bueno, cada uno hunde su partido como quiere. No seré yo quien llore por ellos. Ni los cayetanos.

Ya dijo Platón, unos miles de años antes de que vinieran los del 15M a acabar con la casta, que “uno de los castigos por negarse a participar en política es que, al final, puedes terminar siendo gobernado por tus inferiores”. El Gobierno se ha empeñado en demostrárnoslo cada día y admitamos que no le está saliendo mal. Pero si la alternativa es entrar en política, me temo que vamos a seguir siendo gobernados por idiotas. Está mal pagado, la mayoría se toma lo de los partidos como si fueran de fútbol y, sobre todo, está mal visto; después de la Montero, la Belarra, Garzón, y Marlaska, francamente, yo no querría ocupar su desprestigiado asiento. Larga vida a los pianistas de burdel.

Hay algo que preocupa más a la gente que el folclore de los partidos y es la realidad, y en particular, la realidad que se mide en el bolsillo. Comparto la tesis del periodista Luis F. Quintero, que explicaba el viernes cómo Sánchez ha logrado empobrecer drásticamente a los españoles, y cómo empiezan a notarse las consecuencias, con los impagos de alquileres y créditos. La vida se ha encarecido una barbaridad sin que al Gobierno le preocupe. Todo está más caro. Incluso la honradez. Y miles de familias ya se han fundido los ahorros de emergencia que tenían para hacer frente a la enésima crisis socialista. Eso termina con el espejismo y da paso al acojone general, que será reconocido por todos, sí, pero el día 1 después de las elecciones.

Por supuesto, los comicios locales no podrán resolver estos problemas, si acaso amortiguarlos. Pero la pésima gestión de Sánchez está dañando al país en todos sus circuitos, y tal vez la única manera de hacérselo saber a alguien que nunca está dispuesto a escuchar es introduciendo en la urna el voto que más le moleste al hombre del Falcon. 

Ando preocupado porque se acerca la cita y ni siquiera han aparecido sobres con balas y navajitas para turistas. Aquella extraordinaria producción de Moncloa al estilo Hollywood hizo su papel durante tres días, al presentar a los socialistas como posibles víctimas de un franquismo atroz. De hecho, nadie se acuerda del devenir de la investigación, que desmintió ese circo preelectoral. Fíjate que lo único que no ha cambiado desde entonces es que sigue habiendo ataques contra las carpas y los candidatos, pero solo contra los de Vox. Ocurre también en el Congreso, donde ya han retirado la palabra a parlamentarios de Abascal en dos ocasiones por llamar “terroristas” a los terroristas que integran las listas de Bildu. Al Gobierno no le preocupa que estén, siempre y cuando nadie lo diga en alto. Es como los indicadores económicos: al Gobierno no le importan las luces rojas mientras a nadie se le ocurra señalar y decir: “hay luces rojas”. Y, qué le vamos a hacer: hay luces rojas.


Querido compadre Itxu:

¿Que cómo llevo la campaña electoral? Mal, gracias. Como con los virus, procuro mantenerme lo más alejado posible. Lo cierto es que cada vez me interesa menos este circo. Cada vez me siento más ajeno a los programas redactados a sabiendas de que serán incumplidos, a los candidatos que sólo pasan por mi calle cada cuatro años, a las listas surtidas de pelotas que adhieren su lengua al culo del que manda y que cambian de culo según varíe la suerte política de su amo, a los que han encontrado en un partido una útil agencia de colocación para inútiles... Creo que la mediocridad está haciendo metástasis en la política, inundándola de meros devotos del voto. Creo que hay que esforzarse para distinguir quién sirve a sus ciudadanos de quién se sirve de sus ciudadanos. Creo imprescindible discernir entre quienes trabajan por supuesto y quienes trabajan por su puesto.

Recurrentemente me asalta la duda de si un político es antes un representante del pueblo que un representante de su partido. Es habitual que el político profesional no diga lo que el público desea saber, sino lo que su partido quiere que el público sepa. Para eso, cada día recibe el argumentario oficial, un tocho que le indica lo que debe opinar. Una sociedad libre no puede admitir políticos con ideas propias. ¡Eso sería antidemocrático! Pero lo bueno que tienen los comicios locales es que ves a sus actores en primera fila y desde ahí es más fácil distinguir entre una buena actuación y un bodrio. Ejemplos hay, de lo uno y de lo otro. Por eso creo que votar siglas es votar por sugestión y votar personas es votar por su gestión. Yo hago lo segundo.

Sigo fiel a mi principio de que cuando la actualidad me ataca, el humor me rescata. Por eso procuro quedarme con los momentos divertidos que brinda toda carrera electoral. Esta semana hemos sabido que Ayuso piensa regalarnos una planta a cada madrileño para ponerla en nuestro balcón. Una comprometida apuesta por el medioambiente, siempre que venga acompañada de una regadera. También en estos días, todos los jubilados de España han recibido con alborozo la noticia de que Pedro Sánchez les va a invitar al cine. Otra entrañable propuesta si incluyese las palomitas, que es lo más caro de ir al cine. Pero ambas quedan en nada comparadas con el desparpajo de un candidato municipal en Canarias que propone crear una Seguridad Social para perros y gatos o la iniciativa de otro de Zaragoza que se compromete a pagar a sus paisanos 80 céntimos por cada conejo que cacen. Es evidente que los conejos no votan.

Me comentas lo de la lona gigante que ha puesto Podemos en el barrio de Salamanca de Madrid. No sé si son conscientes de que en este lugar les es más difícil cazar un votante que un conejo. Aunque renuncien a los 80 céntimos. Pero para puesta en escena imaginativa, la vista este viernes en el Metro de Madrid, en cuyas pantallas publicitarias aparecía la caricatura de Pedro Sánchez con la frase “mi Falcon tiene más frecuencia que tu Cercanías”. Lo curioso es que nadie ha reivindicado tal campaña y la empresa que gestiona los soportes se niega a revelar la identidad del anunciante.

Parafraseando a Will Rogers, “es fácil ser humorista cuando tienes a todo el Gobierno trabajando para ti”. Imagínate esa máxima llevada a un pequeño país como el nuestro, donde, además del Gobierno central, mantenemos 8.123 gobiernos municipales, 17 gobiernos autonómicos, otros dos de ciudades autónomas, 52 diputaciones provinciales y cabildos, 13 agencias autonómicas, 961 mancomunidades y 935 consorcios. ¿Y luego hablan de las dos Españas? ¡Qué va! Aquí hay unas 20.000 Españas ya. ¡Con muchos candidatos elegibles! Y muchos más cándidos electores.

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