Opinión

Cartas Galicia - Madrid: " Sánchez nos manda al infierno" y " Sanchez, Feijóo y el sentido del humor"

Querido compadre Quero:

Más de dos millones de españoles han pedido el voto por correo, más del doble que en las generales de 2019, que no fueron en julio sino en noviembre, cuando la gente estaba pensando en morirse no en ir a la playa. Todos menos Sánchez han advertido de los problemas derivados de esa avalancha, incluyendo que pueda haber alguna irregularidad difícil de controlar, o incluso que algunas personas puedan quedarse finalmente sin poder votar. Yo desde luego llevaré mi voto entre los dientes a la misma vera de la urna, porque me niego a que un tipo que hace muecas de la niña de El Exorcista en un debate en prime time siga siendo mi representante político e institucional, y no puedo dejar de pensar en que el presidente de Correos es, desde 2018, amigo personal de Sánchez y antiguo jefe de gabinete de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE. Que ya sé que no, pero ¿y si sí?

La prensa anda histérica porque hace calor y veo que todavía no han comprendido que las temperaturas seguirán en salvaje aumento hasta el mismo día 23 de julio

Tampoco quiero desalentar tu voto si tienes previsto hacerlo por Correos y Telégrafos –¿por qué siempre olvidamos lo de “Telégrafos” con el nombre tan melancólico que tiene?- porque todo será mejor que no acudir a la, ejem, fiesta de la democracia. Después de ver el debate del otro día, y parafraseando al difunto Rubalcaba, tengo claro que los españoles nos merecemos un Gobierno cuyo presidente no haya contraído la rabia. 

La prensa anda histérica porque hace calor y veo que todavía no han comprendido que las temperaturas seguirán en salvaje aumento hasta el mismo día 23 de julio, cuando se alcanzará el punto de calcinación, porque hay quien no quiere enterarse de que Pedro Sánchez convocó las elecciones a propósito en el día que se calcula que será el más caluroso del año, con el honrado propósito de que palmemos en el acto, en el acto de no votarle. 

No sé si, después de todo, la intención es suspenderlas, porque no deja de resultar llamativo que el Gobierno aprobara hace poco una normativa que impide que pueda trabajarse en días de calor extremo al aire libre o en locales que, “por la actividad desarrollada, no puedan quedar cerrados”, lo que incluye al 90% de los colegios electorales españoles. Supongo que se pasarán por el forro de las encuestas su propia normativa, y solo por una razón: si ganaran, Dios no lo quiera, todo vale; si perdieran, nadie se acordará de empurarlos por una de tantas leyes estúpidas que deberían ser derogadas de inmediato. Feijoo dice. Pero, ¿hará? La duda me corroe, como a Descartes. Mejor le irá si tiene un buen contrapeso de Vox, lo bastante intenso como para no poder negarse a derogar ninguna de las leyes basura de Sánchez, que son la mayoría.

Volviendo al calor del tórrido plan electoral de Sánchez, que imagino diseñado por su suegro el de las saunas (no lo confundas con el de Las Gaunas, que ese es el Logroñés), imagino que sabrás que, salvo cambios de última hora, el 23 de julio, en Sevilla estarán a unos 41 grados, en Madrid a 35 y en Orense a 34 graditos. O sea, el tiempo ideal para salir de casa con la papeleta y que se te incendie en las manos antes de llegar al colegio electoral, quedando invalidadas las mesas en llamas, que serán casi todas salvo las del norte. 

Y eso por no hablar de los niños, ancianos y todas esas personas a las que nunca recomiendan salir a la calle en plena canícula, que caerán como moscas en golpes de calor por toda España, gracias al intento de Sánchez de mantenerse en el poder por incomparecencia de la inmensa mayoría de españoles que quieren un cambio de Gobierno y lo quieren ya. 

No lo olvidemos, compadrito. El presidente ha desarrollado un odio atroz a los españoles, porque no le votan lo bastante, y cada vez lo hacen menos. Y en un ataque de furia electoral, tras las municipales, decidió enviarnos a todos al infierno. Es decir, a votar el 23 de julio.

Querido compadre Itxu:

¿Que si hace calor? Mira, no sé en Orense, pero aquí, en la meseta, el sol no cae, se tira para hacer daño. Los funcionarios municipales que realizan su labor en las calles de Madrid han sido dispensados de trabajar en las horas más calurosas. Y los carteros también. Los mismos que tienen estos días la ardua tarea de atender los millones de solicitudes de voto por correo. No tendrán tanta suerte los que atenderán el voto presencial ante urnas como hornos. La frescura de Sánchez de convocar elecciones el domingo más caliente es, espero, la última broma pesada de este señor que reside en La Moncloa y vive en la autocomplacencia.

En solidaridad con los que sufrirán el rigor de la canícula en colegios electorales convertidos en saunas, el presidente sudó la gota gorda en el debate. ¡Cómo sois los gallegos! Admiro esa prodigiosa capacidad para decir grandes cosas sin necesidad de alzar la voz, esa fina ironía, esa retranca… El humor gallego es una seña de identidad cultural, una manera de ser y de ver el mundo y debería declararse patrimonio inmaterial de la Humanidad. El gallego Feijóo no es una excepción. Qué espectáculo ver al candidato del PSOE sonriendo de rabia y al del PP mordiendo sin necesidad de enseñar los dientes. En repetidas ocasiones, el persistente Sánchez replicó a Feijóo que desconocía su sentido del humor y demostró su desconocimiento del sentido del honor. Esa fue su perdición. 

En solidaridad con los que sufrirán el rigor de la canícula en colegios electorales convertidos en saunas, el presidente sudó la gota gorda en el debate. ¡Cómo sois los gallegos!

El humor es una cosa muy seria, un arma muy poderosa. Posee la capacidad de desenmascarar al soberbio, al arrogante, al egocéntrico. Y no se trata de hacer chistes como el de “yo no digo mentiras, sino que cambio de opinion” o el de “yo nunca dije que no podría dormir con Podemos en mi Gobierno” porque esas chanzas ya no hacen gracia. Se trata de poner a prueba la templanza del contrario y evidenciar que lo de Sánchez no es serio ni es gracioso. El buen humor del aspirante puso de mal humor al expirante que, en ocasiones, parecía Jim Carrey en La Máscara. Los fisioterapeutas palaciegos habrán tenido que emplearse a fondo en destensar la musculatura facial de su jefe después de una cita cuya victoria celebró antes de tiempo.

Ya sabemos que hay humor de muchas clases. Aprobar una ley para proteger a las mujeres, que pone en la calle violadores, es humor negro. Lo mismo que jalonar una lista electoral con terroristas, al estilo Bildu. De ese sí entiende Sánchez, muy lejos del humor blanco, el que no hiere, y aún más alejado del humor inteligente, aquel que se sustenta en profundas reflexiones. También existe el humor del absurdo, que encuentra su máximo exponente en las encuestas del CIS de Tezanos, como remedo de aquellas fabulosas antologías del disparate de antaño. Las encuestas del CIS son capaces de asegurar que uno más uno son siete y que Mbapé fichará finalmente por el Cádiz, como he visto publicado esta semana en una coña tuitera en plan humor sarcástico. Hay que agradecer a este instituto público, financiado con la generosidad de nuestro dinero, el esfuerzo por superarse en provocar carcajadas entre la ciudadanía. Espero con ansia próximas entregas en las que sean capaces de demostrar que un 90 ciento de las sardinas corren por el monte y otro tanto igual de liebres lo hacen por el mar. Siempre le quedará a Tezanos la excusa de que sus sondeos no mienten, simplemente cambian de opinión. Éche o que hai, que diríais en tierras galaicas, tirando de frases con la sorna autóctona.

Querido compadre, te deseo buena semana y, sobre todo, que no perdamos el sentido del humor o estaremos perdidos. Que ustedes lo voten bien el domingo. Veremos si el lunes reímos o lloramos.

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