Opinión

Cartas Galicia-Madrid: "Necesito un milagro" y "La mesa de tortura electoral"

Querido compadre Itxu:

Me ha tocado. A principios de semana se presentó la Policía en casa. Susto. La frase “hay unos policías en la puerta que preguntan por ti” produce un efecto sólo superable por la de “ha llegado una carta de Hacienda”. Como diría Pedro Piqueras: pánico, pavor, taquicardia, sudores y convulsiones… Los agentes me entregaron la notificación en la que se me informaba de haber sido agraciado en un sorteo, el de las mesas electorales. “Si yo no he jugado…” objeté. “Para esto no hace falta”, me aclaró el policía. Después de asegurarse de que el premio con el que había sido afortunado no era el euro millones, que a ese sí había echado, me confirmaron mi designación como suplente del segundo vocal, vamos, el reserva del último mono de la mesa. Como dice mi amigo José Manicas, soy el Mariano de las mesas electorales.

No sé porqué extraño motivo, la noticia no me produjo alegría alguna, como se supone que debe sentir cualquier demócrata invitado a jugar un papel activo en una jornada denominada “fiesta de la democracia”. La idea de pasar un domingo entero encerrado en un colegio subrayando nombres en una enorme lista no me parece un planazo. Y la compensación económica, 75 euros, la doblo y entrego a quien desee acudir en mi nombre y convertirse así en sustituto del suplente del segundo vocal.

Solo albergo una esperanza. Que el el segundo vocal titular no falle. No sé quién eres, pero ya puedes presentarte a las ocho de la mañana el día 28 de mayo y ocupar tu sitio o me enteraré de tu nombre, dónde vives y dónde trabajas y dedicaré el resto de mis días a hacerte la vida imposible, desgraciado.

Junto a la condena del 28 de mayo, me han entregado un librito de instrucciones sobre cómo actuar en esa jornada que parece el manual de la thermomix. Mi espíritu colaborativo son la sociedad en la que vivo y la comunidad en la que habito me empujó a abrir de inmediato sus páginas para escrutar su contenido, especialmente el capítulo dedicado a “cómo librarse del marrón”. Aparte del suicido la noche antes, no deja muchas alternativas. Así que allí me veo, compadre, un domingo de primavera apalancado en un gimnasio lleno de gente ejerciendo su derecho de joderme a mí el domingo.

No dejo de pensar en que mañana es San Isidro, patrón de Madrid como sabes. El santo labrador estaba casado con otra santa, María de la Cabeza, a la que se atribuye la invención del cocido madrileño en tres vuelcos. Cuenta la leyenda que por aquel entonces el plato en cuestión se servía como un puchero cualquiera con todos sus ingredientes a la vez. E indica la tradición que María, harta de las protestas de Isidro porque aquel único plato era poco para él, decidió servirle la sopa por un lado, los garbanzos y la verdura por otro y la carne como colofón. Así parecía que el menú constaba de tres entregas, cuando en realidad era lo mismo. El invento debió placer al santo agricultor que con ese poco se contentó, pues a los de entonces no les afectaba la inflación, el IVA, la subida del gasoil y la voracidad recaudatoria del Gobierno. Uno de los milagros más sonados de San Isidro consistía en que mientras él rezaba, dos ángeles del cielo araban sus tierras. Esta precoz implantación de la figura del jornalero celestial me plantea un par de cuestiones. La primera, el cocido se lo deberían comer los ángeles, que eran los que curraban y no debían de tener ni contrato. Segunda, quizá, si me dedico a la oración, bajen dos seres de luz y ocupen mi lugar en la mesa electoral. Al fin y al cabo, entre Quero y querubes no hay tanta diferencia. No es sencillo que ocurra, lo sé. Vamos, que si me libro será de milagro.

Querido compadre Quero:

Te acompaño en el sentimiento. Pero solo en el sentimiento, porque a pringar a la mesa vas a ir tú solito. Si bien deberías hacer pública la ubicación del colegio porque puede resultar divertido que todos los votantes vayan prevenidos y te pidan que les cantes lo de “¡Vota!” con la voz de alguno de los personajes que imitas en Las Mañanas de Kiss FM; ya imagino el “yo quiero un Carlos Herrera”, “yo un Chicote”, “yo un Matamoros”, y todos los demás: “fenómeno, yo quiero un Bertín”. Sería la mesa más concurrida de España. El remedio definitivo contra la abstención: poner humoristas a hacer algo que no tiene ninguna gracia. 

Sigo sin entender que la adjudicación de cometidos electorales se siga efectuando como al día siguiente del abrazo constitucional del 78. Si aquí no cumple la Constitución ni el presidente del Gobierno, si se presentan etarras a las elecciones, si la ministra de Trabajo no quiere que nadie trabaje, ¿cómo demonios es posible que siga siendo obligatorio echar el domingo en cualquier colegio electoral con olor a papeletas y a colonia de militante fervoroso? 

Ya el proceso en sí del sorteo me parece increíble; una pretenciosa lucha contra la corrupción electoral en un país en el que jamás se lucha por algo así. Ni que fuera tan sencillo organizarse en grupos para presentarse a currar ese día y tangar las elecciones a puñados delante de los apoderados, como si fuera eso, qué sé yo, las primarias de Sánchez en el PSOE. 

Pero lo que realmente me vuelve loco es la imposibilidad de renunciar, incluso aunque tengas razones para hacerlo. Y más aún, eso de que vaya la policía a buscarte a casa –nunca he sabido si es leyenda urbana- si practicas absentismo electoral: es decir, que España, el país en el que puedes encontrar cualquier razón para no ir al trabajo sin que nadie se entere, resulta que, si no vas a la carallada de reparto de cromos de los políticos, poco menos que te mandan a los antidisturbios. Y si te excusas diciendo que estás enfermo, que tienes plantas a tu cargo, o que sencillamente tienes un resacón de campeonato que resulta incompatible con fijar la mirada con acierto sobre listados electorales, nadie se apiada, y la maquinaria de la Administración te aplasta. Lo asombroso no es el sorteo, sino que todavía no sea posible renunciar.

En Palos de la Frontera, arte ya desde el nombre, un grupo de rocieros, cabreados porque las elecciones coinciden este año con la celebración de El Rocío, han creado un partido político. Se llama Unidos por Mazagón y no tienen programa electoral ni el menor interés en cosechar votos. Su intención es no prestar ninguna atención al recuento, porque estarán muy ocupados con la fiesta. El único objetivo político de Unidos por Mazagón es librarse de la mesa electoral, porque ya sabes que tu marrón no puede caerle a nadie que sea a la vez candidato en esas elecciones. Aparte de que levanto desde aquí mi copita de manzanilla sanluqueña por mis ídolos de Palos de la Frontera, a los que votaría sin dudarlo si se presentaran por estos lares, espero haberte dado una pista para un zigzagueo de última hora. 

De hecho, anticipando próximos desastres, te propongo que montemos un partido con ese fin para las Generales. Se podría llamar El Gordo y el Flaco (me pido el flaco) y podemos encargarle la redacción del programa electoral a la Inteligencia Artificial de ChatGPT. Ya lo estoy viendo: la foto de campaña la hacemos en la playa con un mojito en la mano, la canción electoral, una de Manolo Escobar, en vez de bebés y niños, en campaña besaremos camareras, y el lema será “¡Cómo están los máquinas, lo primero de todo!”. 

Compadre, mayoría absoluta. 

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