Opinión

Cartas Galicia - Madrid: "De la operación bikini a la operación salida" y "Viva el cachopo"

Querido compadre Quero:

Acaba de comenzar la primera operación salida del verano. Lo primero es la ley. Ya no hay que jugarse el tipo cuando te das una leche en el coche. Según tengo entendido, ya no es necesario colocar el triángulo en vías de alta velocidad, que son ninguna, porque en todas han bajado tanto los límites que es casi imposible alcanzar tal cosa. Dice la DGT que la gente se jugaba la vida al caminar 50 metros para señalizar su coche averiado. Lo cierto es que la DGT debería salir alguna vez a patear carreteras: no he visto a uno solo que la colocara a 50 metros. Esto es España. Hace calor. Y 50 metros son un castigo excesivo cuando acabas de romper el coche. La mayor parte de la gente, con suerte, la ponía a 2 metros, lo que es muy práctico, porque así te matas igual, pero al menos un segundo antes te da tiempo a ver la señal y saber que estás a punto de comerte un triángulo, embestir a un coche averiado y morirte.

Lo cierto es que la DGT debería salir alguna vez a patear carreteras: no he visto a uno solo que la colocara a 50 metros. Esto es España. Hace calor. Y 50 metros son un castigo excesivo cuando acabas de romper el coche

Dicen que en lugar del triángulo de las pelotas ahora hay que llevar la lucecita de los huevos; desconozco la terminología técnica, pero yo el otro día entré a una tienda y pedí que me dieran “la lucecita de los huevos”, y de inmediato me sacaron una baliza uve no sé qué. El tipo me advirtió que “no es del todo obligatoria” por el momento. Así que, como cuesta una pasta, la dejé allí mismo, y ahora cuando se me estropea el buga, saco el mechero por la ventanilla y hago chis chis haciendo girar la rueda. El otro día pinché, lo hice, y me pasó un tráiler tan cerca que le dio tiempo a encenderse un puro. Tampoco recuerdo si ha entrado en vigor lo de que no se puede fumar en los coches. 

Uno de los sitios donde se ve con mayor nitidez lo poco práctico que resulta que ciertas cosas apolíticas estén en manos de políticos es que es imposible seguir al día con todas las normativas, que cambian al ritmo en que lo hacen los altos cargos, y por supuesto los gobiernos, pero a veces ni se llega a eso: una encuesta chunga para el presidente puede ocasionar un cataclismo en las leyes de circulación. ¿Será tan difícil crear un organismo que viva al margen, algo como la RAE? La RAE sufre presiones, pero pasa de todo. Sería tan sencillo como tener a un Pérez Reverte de los coches en la DGT que se dedique a contestarle en Twitter a los políticos que quieran toquetear las normas: “La baliza luminosa la va a hacer obligatoria tu madre” y cosas así. A la RAE le funciona. 

¿Qué tal llevas los preparativos para las vacaciones? Yo ya tengo hinchado el cocodrilo, y en modo alguno es afirmación metafórica. Lo tengo encima de la baca, porque siempre me ha gustado quebrar las leyes de la ortografía con asociaciones de ideas simpáticas. El humor es importante antes de conducir. Desde la pandemia la gente se cabrea mucho, y se ven más discusiones de tráfico que nunca. Sinceramente, a más de cuarenta grados, atascado durante kilómetros, y con la playa aún a seis horas, antes de bajarme del coche para discutir con un idiota intentaría ahorcarme con el cinturón de seguridad. 

Sería tan sencillo como tener a un Pérez Reverte de los coches en la DGT que se dedique a contestarle en Twitter a los políticos que quieran toquetear las normas: “La baliza luminosa la va a hacer obligatoria tu madre” y cosas así. A la RAE le funciona

El español tiene muy mala leche al volante, aunque tampoco está mal vista la teoría de Dave Barry, que lo convierte en algo universal: “Lo único que une a todos los seres humanos, independientemente de su edad, género, religión u origen étnico, es que todos creemos que conducimos mejor que la media”.

En fin, compadre, no queda cerveza fría en los chiringuitos, no quedan helados de chocolate en el restaurante, y es más fácil partir el coche en trozos y comértelo lentamente que lograr aparcar en la playa. Así que celebremos que ya estamos en la época más feliz del año. Y no olvides, compadre, hablarnos a todos de tu cachopo.

Querido compadre Itxu:

Esta semana visité a tus vecinos asturianos. En el Filarmónica de Oviedo, una preciosidad de teatro eclipsado por la popularidad del Campoamor, cerramos la gira del show en vivo de Las Mañanas Kiss con la que hemos recorrido unas quince ciudades. Me gustaría agradecer a los carballones el recibimiento dispensado. Hora y media antes de abrir las puertas, la fila para entrar ya daba la vuelta a la manzana. Llenazo. Pero bien sé que a ti lo que menos te interesa es mi inflamación de ego por el éxito artístico y estás esperando que te cuente el aspecto más cultural del viaje.

Allí lo llaman cachopo. En Madrid lo llamamos edredón y lo usamos para arroparnos en invierno

Llegué a Vetusta la tarde antes de la función, a esa hora en la que todo te invita a ahondar en el acervo local. Con esa intención salí a caminar, dudando si llegarme a la iglesia románica de Santa María del Naranco o visitar el centro de interpretación del hórreo. Me invadía una tremenda sed de conocimiento y al pasar ante una sidrería la sed se incrementó y perdí el conocimiento. Tengo ciertas lagunas acerca de lo ocurrido desde ese momento. Vagos recuerdos, a partir de la duodécima botella de sidra escanciada, de amigos que se sumaron a la reunión y cantos regionales antes de cruzar la calle, por quinta o sexta vez, y entrar en un establecimiento a pedir la especialidad de la casa. Allí lo llaman cachopo. En Madrid lo llamamos edredón y lo usamos para arroparnos en invierno. Parece imposible comerse todo aquello, pero mi espíritu aventurero hace que me crezca ante los retos. Misión cumplida.

Al día siguiente, tras las pruebas de sonido en el teatro y la ingesta de un brebaje contra el ardor estomacal, alguien del equipo comentó que nos esperaban unos oyentes, propietarios de un establecimiento repetidamente galardonado con premios por el mejor cachopo de Asturias. No era cuestión de desairarlos. Después de degustar un delicioso pote, y en contra de lo que cabría esperar, no nos sirvieron un cachopo, no, ¡nos sirvieron cinco. ¡Cinco cachopos, trasladados desde la cocina a la mesa en plataformas de transportes especiales, con su cartel de “veiculo longo” incluido! Hubo que probarlos todos, pues cada uno estaba elaborado con un relleno diferente. Desde allí fuimos rodando hasta el teatro, donde la función del escenario transcurrió en paralelo a la función digestiva de nuestros estómagos tan agradecidos como dilatados. Acabado el espectáculo, un insensato nos comunicó que nos esperaban en el restaurante de un amigo. Reptamos hasta el lugar donde nos esperaba una mesa repleta de viandas de todo tipo que no tuvimos más remedio que consumir por no hacerles el feo. Y cuando ya nos disponíamos a huir, la camarera nos detuvo con un grito: “¡dónde vais, que falta el segundo!” Y entonces lo trajeron. ¿Qué podía ser? Efectivamente, compadre, otros cinco cachopos como cinco continentes. Al menos dos de ellos disponían de diferentes usos horarios en su extensión.

Reptamos hasta el lugar donde nos esperaba una mesa repleta de viandas de todo tipo que no tuvimos más remedio que consumir por no hacerles el feo. Y cuando ya nos disponíamos a huir, la camarera nos detuvo con un grito: “¡dónde vais, que falta el segundo!”

Agradezco la labor del farmacéutico próximo al hotel que tan amablemente nos atendió esa madrugada. Ahora oigo la palabra “cachopo” y me entran sudores. Tras la experiencia, pienso que sería interesante presenciar un duelo gastronómico entre un gallego y un asturiano. Anímate. Conmigo que no cuenten si no es de jurado. Jurado.

Esta mañana me preguntaban si había visto las entrevistas de Pedro Sánchez y Feijoó en El Hormiguero. Mi respuesta ha sido rotunda: “yo solo veo cachopos”. Y alguna similitud tienen los candidatos con este plato, Feijoó por lo empanado que parece a veces, Sánchez por lo chuleta que es. Incluso al relleno del filete en cuestión lo llaman farsa. Pero a mí que no me líen o el 23 de julio acabaré votando al PC: Partido del Cachopo.

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