Opinión

Cartas Galicia - Madrid: No será peor de lo que era

Itxu Díaz: No será peor de lo que era

Querido compadre Quero:

Te parecerá increíble, pero estoy pasando frío. Es una sensación que desconoceís ahí en Madrid. Se te pone la piel de gallina y se te apelmazan los músculos y se te queda el cuerpo rígido, pero sin haber recibido una carta de Hacienda ni nada. Aquí en Ribadeo sí que hay una emergencia climática: urge que alguien suba diez grados el maldito termómetro, por el amor Dios, que me castañean los dientes por el maldito optimismo de enfundarme unas bermudas. Llevo toda la mañana circulando en primera con el coche por todo el pueblo, y quemando uranio, y fumando puros, y tirando cosas al monte, y no hay manera: por más que contamino, aquí el único calentamiento global que asoma es el que tiene la lubina que está ahora crepitando en las brasas del restaurante del Náutico.

Estos días me he acordado mucho de ti, que sé que te encantan los expertos, y aparecen como setas cuando hay algún problema gordo. Está todo el Gobierno dando lecciones desde sus despachos en Madrid, o desde sus helicópteros Super Puma (pavo real, uhú), explicándole a los señores del campo cómo funciona el campo: y es que qué demonios sabrán Roberto o Edelmiro, seis generaciones viviendo en el mismo monte, sobre lo que pasa en su monte en comparación con Pedro Sánchez, que en su otra vida fue chopo en Zamora. Por eso ha ido allí, a pie de incendio, a decirles que la culpa es del cambio climático, y demos gracias a Dios, que estando cerca de Galicia pudo haber dicho que el responsable del fuego es la Santa Compaña.

Bueno, a Sánchez, otra cosa no, pero hay que reconocerle amplia experiencia en incendios. Allí por donde pasa, todo queda en llamas. Aunque no sé si eso le autoriza para dar lecciones a la gente del rural sobre lo sucio que es el combustible que utilizan en sus tractores, su huella ecológica, y demás zarandajas de la Agenda del Desarrollo Sostenible de la ONU, que es una agenda muy sostenible para los gobernantes que pastorean el planeta e insostenible para el común de los mortales, y que en todo caso es incompatible con el desarrollo.

Por lo demás, esta semana Pablo Iglesias ha hecho un chiste frente a un corrillo de periodistas con alcachofa y cámara. Bien guionizado, sí, pero a mi gusto demasiado largo, y un poquito forzado; que si pretendía ser espontánea su broma sobre un pacto con Bildu, creo que fue más natural e improvisado el “Franco-ha-muerto” de Arias Salgado, y eso que el entonces presidente leyó hasta la hache.

A propósito de Iglesias, los de Podemos le han regalado un cargazo a Lilith Verstrynge: secretaria de Estado para la Agenda 2030. Hay que reconocer que a Iglesias, un hombre, un patriarcado –el que lleva ahí colgado-, no le ha quedado ni una íntima por colocar, por sus méritos, sean en la disciplina olímpica que sean.

Dicen, compadre, que después del verano nos vamos a morir de hambre y frío. En tu caso es imposible, porque tienes reservas adiposas para 70 años, dicho sea con amor y en ausencia de todo rencor. Pero te lo dejo caer porque sé que siempre tienes palabras de aliento, y los amables lectores que devoran nuestra correspondencia semanal se merecen un poco de optimismo a las puertas de las vacaciones.

Yo estoy tan entregado al optimismo que me infunde la vida bajo el régimen sanchista, que sopeso la posibilidad de abrir una funeraria. Te reirás, pero en esta vida es importante tener visión de futuro, aunque no sé si son las palabras adecuadas para el negocio del final de la vida. Sea como sea, la voy a llamar como aquel estribillo de Los Planetas: “no será peor de lo que era”. El logotipo será la efigie del presidente del Gobierno. Al natural. O sea, tallada en acero inoxidable.

Javier Quero: Ven a la escuela de calor

Querido compadre Itxu:

¡Qué semana tan ajetreada llevo! Ayer mismo empecé la jornada en una exposición de aviones en miniatura organizada por el Ayuntamiento de mi municipio. Apasionante. Acto seguido, disfruté de un concierto de chelo y violín en una sala contigua del mismo centro cultural. Vibrante. Y eché el resto de la mañana en un centro comercial donde tuvo lugar una interesante conferencia sobre el escaparatismo como alternativa a la competencia desleal del comercio online. Excitante. Terminé la jornada en el pasillo de fiambres de un gran supermercado, recorriéndolo unas 200 veces de una punta a otra y viceversa. Jamón cocido, pechuga de pavo, queso en lonchas, chorizo y salchichón y vuelta: salchichón, chorizo, queso en lochas, pechuga de pavo y jamón cocido. Así, hora y media. De todos los lugares visitados, sin duda el más fresquito éste último. Al final, tenía incluso frío y me eché por los hombros una rebequita de la sección de textil de al lado. Me he convertido en lo que Rubén Amón denomina “refugiado energético”. Dícese del sujeto que visita lugares dotados con aire acondicionado sin pagar por ello. En lenguaje coloquial también puede usarse el término “gorrón”, pero se me antoja más prestigioso el primero. Así que no andes tocándome las narices con la frescura del clima gallego. Ayer me llegó un meme de esos que navegan por la corrala digital que rezaba así: “Se busca pareja con aire acondicionado para relación seria. Mandar foto del aire acondicionado”.

Así están las cosas. En Madrid ya no hay ola de calor, no, lo que hay es un tsunami tórrido, una escuela de calor. Por eso, uno ha de ingeniárselas para sobrellevar las altas temperaturas. Es por motivos de salud, igual que la excusa de las dimisiones que últimamente se dan alrededor de Pedro Sánchez. El presidente sigue sin quererse enterar de que quien ha de largarse no son sus comparsas sino él, el jefe de la banda. Hablas en tu carta de los incendios y de cómo la gente que antes vivía del monte ahora tiene que defenderse de él. Del monte, digo. Bueno, y del presidente del Gobierno también. Habrás visto, sin duda, esa foto en la que aparece con su ademán de modelo de catálogo de grandes almacenes ante una ladera devastada por el fuego. Hay quien se ha fijado especialmente en el bulto sospechoso de la entrepierna de su pantalón ajustado. Ese efecto ha llevado a algunos a titular el documento gráfico como “el paquete del paquete”. Sin embargo, el fondo asolado de su posado a mí me ha llevado a otra reflexión. No se me ocurre mejor imagen para resumir lo que deja Sánchez atrás: la España arrasada. El inquilino de la Moncloa mira a cámara con gesto altivo, orgulloso, brazos cruzados y cabeza seductoramente ladeada. Detrás: un campo carbonizado. Parece que estuviese pensando: “he aquí mi obra”, como un Nerón en vaqueros; remedo del emperador de la lira, este presidente delira. Y la economía en llamas. Y las medidas económicas, humo. Y los españoles, como el monte, quemados.

Querido compadre, agradezco tu confianza en mi capacidad para animar a los lectores dándoles mi aliento. Me acabo de tomar un Havana Club, que tiene 40 grados, dos menos que la temperatura exterior, a ver si así me refresco algo. Por eso no sé si dar al público mi aliento será la mejor idea en este momento. Siento decepcionarte. La canícula no da tregua. ¿Dices que después del verano vamos a morir de hambre y frío? Es posible, pero sólo los que no hayan perecido antes de deshidratación y calor. En cualquiera de los casos, le aventuro un próspero futuro al negocio funerario que piensas poner en marcha. Te lo vas a llevar muerto.

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