Opinión

Carta abierta a Pedro Sánchez

En respuesta tu carta, en la que me he dado por aludido, por ser de derechas y, supongo, según tú, de ultraderecha, y por haberte caricaturizado en muchos de mis artículos, me veo en la obligación de responderte en unas pocas líneas a las dudas que te afligen y que ahora has hecho públicas. Lo importante, lo fundamental, y lo inaplazable: sí, como tu mismo dices, debes pararte y reflexionar. 

Ahora la movida de tu mujer hace que se tambalee todo, desde tu capacidad para convertirte en camaleón hasta las posibilidades de salir limpio de las mil fechorías que te hemos visto. Pero esto de Begoña no hay por dónde cogerlo. Y, felizmente, creo, Begoña eres tú, el presidente del Gobierno de España.

Pero el problema no está ahí. El problema es muy anterior. La fiesta empezó cuando engañaste a los tuyos, a tus amigos del PSOE, para hacerte finamente con la Secretaría General utilizando artimañas que harían sonrojar a Al Capone. La fiesta continuó cuando, haciendo una oposición digna pero ineficaz, decidiste saltarte el protocolo para plantearle a Rajoy una moción de censura populista y absurda, basada en mentiras, para aliarte con todos los odiadores de España y alcanzar el poder sin pasar por unas urnas que, obviamente, no te iban a ser propicias. 

La fiesta empezó cuando engañaste a los tuyos, a tus amigos del PSOE, para hacerte finamente con la Secretaría General utilizando artimañas que harían sonrojar a Al Capone

La farsa continuó cuando te presentaste a unas elecciones diciendo que jamás pactarías con los comunistas, que no podrías dormir tranquilo haciendo algo así, y sin embargo, como no tenías otra opción para seguir en la Moncloa, te abrazaste a Pablo Iglesias en un gesto en el que cualquier observador con cierto criterio podía discernir que no tienes escrúpulos y que tu palabra vale menos que nada.

Lo que vino después, si bien es cierto que te tocó lidiar con la endiablada pandemia –ningún dirigente podría salir indemne de eso- fue una sucesión de alianzas suicidas solo destinadas a no perder la poltrona, de una manera tan descarada que hasta tus propios votantes se han preguntado una y mil veces: ¿pero sabe lo que hace?

Los traidores con los que has pactado no darán su brazo a torcer hasta que los toque el premio del referéndum o el Gordo de los presupuestos.

De modo que, después de todo, no es que tu mujer esté en medio de una niebla densísima de corruptelas de la que es difícil que salga limpia, sino que sencillamente, tu aventura solo funciona bien cuando eres el ganador absoluto de esta historia. Y a esta hora no lo eres. Los traidores con los que has pactado no darán su brazo a torcer hasta que los toque el premio del referéndum o el Gordo de los presupuestos. Y aún así todo será difícil de encajar como ya te han dicho, como ya nos han dicho a todos. 

Así que si quieres un consejo de no amigo, párate, reflexiona, y lárgate, antes de que hagas más daño a la nación cuyo Gobierno, mal que bien, aún presides.

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