Opinión

La carta de un positivo

Itxu y Quero.
photo_camera Itxu y Quero.

Querido compadre Quero: 

Te recomiendo leer mi carta de esta semana con un capirote de papel de plata en la cabeza, porque desde hace unos días yazco –del verbo estar jodido- en cama moribundo, tras haber dado gemelos en la prueba de embarazo, si bien no me enteré muy bien de la explicación que me dio la farmacéutica cuando compré el test de alcoholemia. El caso es que tengo los antígenos locos, la temperatura del tercer círculo del infierno, toso como una Harley Davidson sin ITV, y los de la pizzería me entregan los pedidos agazapados tras un taburete y con mascarillas nucleares, que ayer estiré la mano para darle una propina y el tipo me atizó un latigazo. Imagina si estoy contagioso que esta mañana se me ha acercado un mosquito a picarme, y le he picado yo a él.

En Galicia estamos de fiesta porque tenemos nuevo presidente, Alfonso Rueda, que sustituye a Alberto Núñez Feijóo, de baja por maternidad, que está embarazado de esperanzas electorales. Pero como la costumbre es no hacer valoraciones hasta que pasan los cien primeros días, dejaremos para dentro de unos meses lo de hablar del Gobierno –de la Xunta- de Rueda. Lo único seguro es que de Núñez a Rueda hemos ganado en dinamismo, y hasta aquí mi análisis semanal del mundo del motor.

Entre estornudo y estornudo, con todo este lío de morirme lentamente casi no he tenido tiempo para seguir la actualidad y, la verdad, no lo he echado de menos. Si me he enterado de lo de la jefa del CNI es porque me la encontré ayer mismo en el depósito de cadáveres, que hay que ver la de ajusticiamientos que lleva Sánchez, que tiene ya más muertos en el armario que votos. Ay del día que se abra esa puerta, y ceda todo el osario, y la Santa Compaña empiece a ulular por las esquinas de La Moncloa, con su coro de resentimiento y sus ganas de sangre fresca. Me estremezco solo de pensarlo. 

Lo fascinante del caso es la justificación del crimen ofrecida por la ministra Margarita Robles, que dice que lo de Paz Esteban no fue “una destitución sino una sustitución”. Brillante. Imperial, como dicen ahora los comentaristas deportivos. La maquinaria publicitaria socialista no cesa en su empeño por rizar el rizo del lenguaje y mantener confundido a todo el mundo todo el tiempo, mientras el Gobierno rinde tributo en el BOE al teatro valleinclanesco. Apuesto a que ahora cuando decidan bajar el límite de velocidad a los 110 kilómetros por hora, las nuevas multas no serán sanciones sino contribuciones, que rima, compadre, con tócame la pandereta. 

Y es que, como siempre, cada vez que al Gobierno se le abre una vía de agua importante en el casco, como lo de Paz Esteban, ponen en marcha el ventilador de locuras para emponzoñar los titulares y zanjar la crisis con humo y, al final, nos acaban volviendo locos. Que ya estaba yo empezando a encontrarme mejor el jueves, incluso me había bajado la fiebre, hasta que leí en la prensa que las autovías no vamos a poder tener la regla a 67 km/hora cuando estemos de baja dolorosa, y que será obligatorio pagar peaje por jubilarse a partir de los 110 años. ¿Te parece normal? 

En fin, compadre, también te confieso que lo he leído en diagonal, porque me estalla la cabeza y necesito seguir redactando mis últimas voluntades. Pero seguro que tú ya estarás al tanto de todo esto, como Mohamed VI, que dicen que ahora por las mañanas, en vez de escuchar la radio, se ha enganchado a Pegasus, y se pone en directo imágenes de las habitaciones de La Moncloa y hasta manda SMS para nominar a concursantes; que anteayer se atragantó con un dátil, le tembló el pulso, equivocó el número, y ahora Robles es duda para el próximo Consejo de Ministros. 

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