Opinión

Chantajes

El domingo, tras el triunfo, Rueda lanzó un inteligente misil contra Sánchez, al afirmar que Galicia demuestra que no quiere chantajear ni ser chantajeada. Parece un chascarrillo eufórico más, pero en el fondo la declaración no puede resultar más oportuna. Con Sánchez, la mayoría de los españoles hemos aceptado vivir bajo un constante chantaje, mientras que una minoría lo ejerce.

Vivimos el chantaje de la minoría comunista. Vivimos el chantaje de las minorías nacionalistas. Vivimos el chantaje de los golpistas y secesionistas. Vivimos el chantaje de los etarras. Vivimos el chantaje de lo más pintoresco, friki, y destructivo que habita la política española. Todo con un único fin: que Sánchez pudiera seguir en La Moncloa.

No le ha importado destrozar España, repartir injustamente los fondos públicos, saquear a los contribuyentes, conceder privilegios a quien no los merece, destrozar nuestra imagen internacional, ni devaluar la vida política mediante el recurso constante a la mentira. Ahora confirmamos que tampoco le ha importado llevarse a su propio partido por delante.

En su esquizofrenia política, el presidente convocó en Galicia, en A Coruña, el congreso nacional del PSOE, para exhibir militancia a pocas semanas de las elecciones. Trajo a todos los ministros a hacer campaña, y él mismo enfiló el Falcon a nuestra tierra mil veces. Hasta sacó del cajón de los tontodólares bolivarianos a Zapatero, que se afanó aquí y allá haciendo el payaso para la militancia más entusiasta. Y el resultado es el que es: en el espectro de la izquierda, ya no hay socialistas, ni siquiera comunistas, tan solo nacionalistas. A fin de cuentas, si los votantes quieren votar nacionalismo, por qué no hacerlo al original, en lugar de al camaleónico del puño y la rosa.

Sánchez ha triturado al partido. Tras él no quedarán ni las siglas. Pero también es justo señalar que lo ha hecho porque se lo han dejado hacer. Si la primera vez que intentó corromper y chantajear a sus propios hubiera encontrado una verdadera oposición interna, ni estaríamos hablando de esto, ni España estaría como está. Las derechas deben tener claro el objetivo, echar a Sánchez, y el camino: congregar a la inmensa mayoría de españoles que ni quieren chantajear ni quieren ser chantajeados. Ni por Sánchez, ni por Puigdemont, ni por Otegui.

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