Opinión

El réquiem de todos los días

Itxu y Quero.
photo_camera Itxu y Quero.

Querido compadre Quero:

Si estás leyendo esto es que la NASA ha vuelto a fallar en sus previsiones. Hoy viernes cuando te escribo, hay dos hecatombes descomunales que no sé si habrán producido. Ambas significan para mí el fin del mundo: una, que un asteroide de dos kilómetros de diámetro y potencialmente peligroso pasará cerca de la Tierra; y otra, que el Real Madrid pierda la final de la Champions. En cualquiera de los dos casos: réquiem por nuestra civilización. 

A mí que se acabe la civilización me deja frío. Al final, todo se acaba menos los tontos, que siguen cuando termina la linde. Lo que sí me da lástima es que se termine España. Es difícil encontrar un país en el que nada más conocerse las primeras noticias de la viruela del mono, asomen por Twitter medio millón de memes de Sánchez con cara de mono y de Simón en el zoo. Somos un país necesario para el mundo. Mientras los alemanes hacen cuentas, los ingleses se ponen rojos de estrés, los chinos trabajan sin parar, y los americanos dejan caer algunas bombas cerca de cualquier lugar donde haya algún problema, los españoles lo resolvemos todo partiéndonos la caja con dos manos de cañas. Mejórame eso, compadre.

Últimamente leer las noticias científicas es como leer la sección de Economía. De desastre en desastre. Ahora el CSIC está feliz porque han descubierto un gusano que logra comerse el plástico, tras disolverlo con su saliva como haces tú con los torreznos, lo que abre la puerta a un montón de aplicaciones en el reciclaje de residuos; y a mí lo único que me consuela es que tal vez sea una buena forma de acabar con los gusanos.

Lo malo es que, teniendo en cuenta que estamos gobernados por idiotas, nos quedan dos telediarios para que nos llenen las calles del asqueroso gusano comeplástico, sin que nadie haya hecho un referéndum sobre si preferimos el bicho o el plástico. 

Leo también en la misma sección que las estrellas son más pesadas de lo que se había pensado. Y es cierto. Especialmente las de reggaetton. Y luego me encuentro con otra noticia que me encanta porque me recuerda muchísimo a ti cuando vas a Lucio: “los primeros australianos comían huevos del tamaño de melones”. ¡Ahora entiendo por qué naciste en Melbourne!

Me entretengo en la ciencia porque la política pierde atractivo a medida que van subiendo las temperaturas. No sé si a ti te pasa, pero en cuanto empieza la época de las terrazas, el pulpito con cachelos, y los zambullones en la piscina, las vicisitudes de la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados despiertan en mi la más anodina de las indiferencias. Quizá esto confirma el hecho sociológico de que, si estás en el Gobierno y quieres hacer una cacicada, el mejor momento para programarla es en verano, a ser posible en domingo soleado.

Montero ha sacado adelante su ley aberrante y ahora las mujeres están mucho más protegidas. De hecho, la ley reduce las penas a los violadores. Ahora urge una ley para proteger a las mujeres de los idiotas. Nos lo dejó escrito Dave Barry: “todo el mundo tiene derecho a ser estúpido. Algunos sencillamente abusan del privilegio”. 

Todo esto me recuerda lo que acabo de leer en La Región: en unos días abre en Galicia el laberinto más grande de España. Llamado Labirinto de Breoghán, está en la localidad coruñesa de Vilarmaior y tiene 6.120 metros cuadrados. Estoy rezando para que el alcalde invite al estreno a seis o siete ministros. En mi opinión, mejoraría mucho la atracción si, además de no tener salida, alguien soltara leones para el acto de la inauguración. Ríete, pero así empezó el Coliseo y hoy es uno de los monumentos más visitados del mundo, solo superado por la Gran Muralla China, la Torre Eiffel, y Scarlett Johansson.

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