Opinión

VOTAR AL VACÍO

La forma más rigurosa de cubrir una convención del Partido Popular en Valladolid es desde La Coruña. Por eso llevo tres días aquí, en mi escondite, con el bolígrafo en la mano y el bloc de notas. Ayer no ocurrió nada reseñable, salvo que me quedé sin batería en el móvil, me sirvieron cerveza caliente, y que el servicio meteorológico predijo una borrasca explosiva en la costa, de efectos devastadores para el planeta. Sospecho que la alerta roja es consecuencia del discurso de María Dolores de Cospedal.


En la ciudad gallega el día ha anochecido soleado. A la hora en que escribo, que oscila entre las tres de la tarde y las seis de la mañana, todavía acaba de comenzar la juerga política. Hay poca información por el momento, pero no se inquieten: he tenido acceso a todos los discursos a través de la hemeroteca de las convenciones de años anteriores. Además, cualquier cronista experimentado sabe que lo interesante de estos congresos no ocurre dentro, sino fuera, alrededor de los gin-tonics de los que se saltan las ponencias, que son casi todos.


Una convención política consiste en un grupo de gente que no quiere decir nada, hablando ante un auditorio que no quiere escuchar nada. Todo aquello que se salga de esta norma arruina el acto. Es posible que para entenderlo bien haya que ponerse las gafas de Google. El presidente del Gobierno lo ha hecho nada más llegar. A Rajoy le sientan tan bien las Google Glass como a mi el vestido de novia de la princesa Letizia. Si bien el gesto ha sido muy celebrado por los presentes, en constante competición por ver quién es el primero que aplaude al líder. Kim Jong-un debería aprender que no es necesario echar a los opositores a los perros. En España los líderes políticos consiguen el mismo efecto de culto al líder sin necesidad de hacer sangre. Al menos en sentido literal. En las primeras horas de convención se ha producido un hecho prodigioso. Quizá por tratarse de una cumbre política, casi todos los cronistas están pasando por alto el gran hallazgo científico que ha tenido lugar en una de las más tempraneras comparecencias. A esta hora, la NASA fleta un barco cargado de especialistas, científicos chinos repasan la cinta con esmero, y los servicios secretos rusos están pegándose tiros unos a otros, culpándose de haber llegado tarde a la información, aunque esto tampoco supone una novedad. El día en que los espías rusos dejen de matarse entre sí, se habrán convertido en espías norteamericanos. Toda inquietud internacional está justificada. El hallazgo científico de los populares en Valladolid es de tal calado, que podría incluso explicar el origen del universo, toda vez que se confirme que no ha sido creado por Mariano Rajoy.


Los hechos ocurrieron durante una intervención de la secretaria general. Cospedal, en absoluta primicia, ha desvelado la candidatura del vacío cósmico a las próximas elecciones. En un histórico discurso, la prestigiosa astrofísica del PP ha insinuado que la nada, la ausencia más absoluta, podría participar en los próximos comicios. Sí. Al fin podremos votar al vacío. Me cuentan mis informadores del CSIC que también irán en estas listas electorales la antimateria, algún agujero negro, varias partículas subatómicas, la nada de nada, y por supuesto el bosón de Higgs, cabeza de cartel de esta opción política huera e insustancial, cuyo único programa político es el no ser.


La ponencia de Cospedal no deja lugar a dudas: 'Es el PP o la nada'. Respeto y comprendo que algunos vayan a quedarse con el PP, pero no me cabe la menor duda de que otros muchos van a optar por la nada, que no todos los días se tiene la oportunidad de depositar una papeleta en respaldo de un candidato que podría estar detrás del big-bang, desarrollar la teoría de la gravedad, trastornar por completo el eje gravitacional de la tierra, e incluso explicar por sí mismo la verdadera situación de mi cuenta bancaria.


Ya sabemos cómo son las ponencias del PP. También estamos cansados de escuchar las del PSOE, IU, o los nacionalistas. Lo hemos visto mil veces. Pero nunca hemos tenido el privilegio de escuchar un discurso de la nada, de conocer un programa político de la nada, o de asistir a un mitin de la nada. Si el PP, que es el todo, pasa por alto aquellos temas de interés para la mayoría, no tengo ninguna duda de que será la nada la encargada de dar respuesta a las inquietudes de los ciudadanos.


Tal vez en la Convención de la Nada se pueda hablar en libertad sobre la ley del aborto, el desvarío autonómico, el tratamiento a los diferentes grupos mediáticos, o la política antiterrorista. Incluso sea posible que los portavoces del partido del vacío total no se vean obligados a decir que respetan 'las decisiones empresariales', en alusión al reciente cese de Pedro J. Ramírez, sin posibilidad de acompañarlo de una gran carcajada con ecos, relámpagos y truenos. Además, no sé qué clase de perverso analista puede siquiera sospechar que el todopoderoso instigador de la nada como oposición haya podido tener algo que ver en una decisión de empresa, y políticamente tan intrascendente, como el cese del director de El Mundo.


No obstante, la presencia de la nada en el discurso político de Valladolid ha inspirado otros hallazgos importantes. El histórico popular Carlos Argos se erigía este viernes en eminencia matemática con una tesis que hará temblar los cimientos de la ciencia moderna: 'Si todos somos del PP tendremos ganadas y aseguradas las victorias'. Llevo horas intentando tumbar tal predicción. No hay manera. Arrollador. Inconmensurable, Argos.


Valladolid pasará pero no olvidemos todos estos posos y aportaciones. Que no es del todo mala la opción política de la nada, del vacío total y del colisionador de partículas. Siempre será mejor un partido empeñado en fabricar hadrones que uno que últimamente parece empeñado en fabricar cabrones.

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