Opinión

La familia, patrimonio de la humanidad

En vísperas del consistorio del próximo fin de semana, el papa ha convocado a los cardenales a un encuentro para reflexionar sobre el sínodo de octubre, dedicado a la familia. Esa es una de las mayores prioridades para la Iglesia.

Cuando el papa Francisco pide a los católicos salir a las periferias, está indicando que la Iglesia existe para ser luz del mundo, no para encerrarse en sí misma. Se trata de adaptar las realidades temporales al Evangelio, desde una respetuosa vocación de servicio y desde la convicción de que así es como contribuye al bien de las personas. Un caso paradigmático es la familia. La moral sexual y la doctrina católica sobre el matrimonio son muy cuestionadas, pero no puede decirse que la epidemia de rupturas y abortos de las últimas décadas hayan hecho al hombre y a la sociedad más feliz, sino mas bien al contrario.

Conviene aclarar que no estamos ya en 1980. En el sínodo de aquel año se abordó ampliamente la situación de los divorciados, mientras que ahora la gran preocupación para la Iglesia es el rechazo de las parejas a casarse. El viernes pasado, al celebrar san Valentín con 20 mil parejas de novios, el papa insistió en que es posible comprometerse para siempre, y pidió combatir la cultura de lo provisional. El camino que propone la Iglesia es exigente, pero no utópico. La experiencia muestra que el corazón humano no se conforma con menos.

Un aspecto que no debe pasar inadvertido es la riqueza que atesora la familia como institución humana. Las obras de Homero, las pirámides de Egipto, las pinturas de Miguel Angel o de Rembrandt son patrimonio de la humanidad; nadie duda del deber de conservar tales obras y de legarlas sin merma a los hombres del futuro. Así se ha entendido siempre la institución familiar. Las civilizaciones antiguas, cada una a su modo, amparaban el matrimonio y la familia; las costumbres, las leyes, las finanzas y la misma política no solo la han defendido, sino que han apoyado y se han apoyado siempre en la familia. El Derecho Romano -obra cumbre también de la humanidad- y la cultura cristiana establecieron la convivencia, las libertades y los derechos de las personas en base a la familia. Conservemos este tesoro de la familia, verdadero patrimonio de la humanidad.

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